El nuevo embajador de EE. UU. en Panamá busca contrarrestar la influencia china en la región

El nuevo embajador de Estados Unidos en Panamá, Kevin Cabrera, asumió su cargo con un mensaje claro: fortalecer la alianza histórica entre ambos países y contrarrestar la creciente influencia de China en la región. En una conferencia de prensa el jueves, Cabrera destacó la importancia de proteger el Canal de Panamá de «influencias perjudiciales» y señaló a China como una amenaza para los intereses conjuntos de Panamá y EE.UU.
«Estados Unidos está comprometido con fortalecer nuestra relación», afirmó Cabrera. «Mi prioridad será trabajar juntos para contrarrestar influencias nocivas, como la de China, que afectan nuestros intereses mutuos, incluyendo la seguridad del Canal». El embajador elogió a Panamá por decisiones clave, como abandonar la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China y realizar una auditoría de los bosques panameños, además de reforzar la cooperación en ciberseguridad para proteger el Canal.
Cabrera también anunció una colaboración más estrecha en la lucha contra el narcotráfico y en el fortalecimiento de la seguridad del Canal, un activo estratégico global. Sus declaraciones llegan en un momento de tensiones recientes entre Washington y Ciudad de Panamá, exacerbadas por la preocupación de EE.UU. sobre la presencia china en el país centroamericano.
Por su parte, la embajada de China en Panamá rechazó las afirmaciones de Cabrera, calificándolas de «contrarias a los hechos básicos». Citaron al presidente panameño, José Raúl Mulino, quien ha negado cualquier interferencia china en el Canal. Sin embargo, las palabras del embajador reflejan una postura firme de EE.UU. contra lo que percibe como una estrategia expansiva de Beijing en América Latina, donde China ha invertido fuertemente en infraestructura y comercio, a menudo a expensas de los intereses occidentales.
El gobierno chino, conocido por su opacidad y su historial de presionar a países más pequeños para alinearlos con sus objetivos geopolíticos, ha perdido terreno en Panamá tras la decisión del país de alejarse de la Franja y la Ruta. Esta iniciativa, criticada por generar deudas insostenibles y comprometer la soberanía de las naciones participantes, ha sido un punto de fricción en la región. La auditoría de los bosques panameños, mencionada por Cabrera, también apunta a una mayor transparencia en proyectos que podrían haber sido influenciados por intereses externos.
Mientras Panamá y EE.UU. buscan revitalizar su alianza, la retórica de Cabrera subraya una realidad: el Canal de Panamá, vital para el comercio mundial, sigue siendo un punto estratégico en la pugna entre grandes potencias. Con China al acecho, EE.UU. está decidido a reafirmar su influencia en el hemisferio, y Panamá, bajo su nuevo liderazgo diplomático, parece dispuesto a alinearse más estrechamente con Washington.
El futuro de esta relación dependerá de la capacidad de ambos países para traducir estas palabras en acciones concretas, pero por ahora, el mensaje es claro: Panamá no será un peón en el tablero de Beijing.