El inoportuno viaje de Alberto Fernández a China
Alberto Fernández se encuentra realizando su última visita internacional como presidente de Argentina. A menos de dos meses de ceder el poder, y en medio de un contexto nacional marcado por la crisis cambiaria e inflacionaria, Fernández ha elegido a uno de los socios más cercanos de su gobierno, China, para cerrar su gestión a nivel internacional.
La relación entre China y Argentina ha venido fortaleciéndose desde principios de la década pasada, especialmente durante el segundo mandato de Cristina Fernández en 2011. Desde entonces, Argentina ha recibido inversiones, asistencia financiera y participación en proyectos de infraestructura por parte de China, consolidando una alianza cada vez más preocupante y desigual.
La necesidad de financiamiento internacional por parte de Argentina ha proporcionado a China una oportunidad para afianzar su influencia en el país, así como lo ha hecho con otros países en desarrollo o con economías emergentes. El mismo Sergio Massa dijo que Argentina se podría denominar «Argenchina».
Asimismo, la magnitud de este viaje a un régimen totalitario que enfrenta acusaciones de violaciones a los derechos humanos, suscita cuestionamientos sobre su pertinencia. La relevancia de la presencia de un mandatario saliente en un país anfitrión es cuestionable. Especialmente en el caso de Alberto Fernández, quien no solo dejará su cargo, sino que también cederá su influencia. No tendrá impacto en el próximo gobierno, incluso si Sergio Massa, el candidato de su espacio político, resultara electo. Mientras que Javier Milei, el favorito, anunció que no hará negocios con un régimen comunista genocida.
Los acuerdos alcanzados por un gobierno saliente pueden tener implicaciones significativas para la administración entrante. Los compromisos condicionados por un país como China, aprovechando la posición de debilidad de un gobierno saliente, podrían afectar seriamente la estrategia de un nuevo gobierno nacional. Esta situación es, sin duda, una irresponsabilidad por parte de Fernández.
En un punto positivo, la comitiva que lo acompaña en esta visita, que suele ser numerosa, ha sido reducida. Está conformada por el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello; el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce; el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja; la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de Cancillería, Cecilia Todesca; y el cónsul argentino en Shanghai, Luciano Tanto. A pesar de la difícil justificación de esta visita, al menos no se puede argumentar un gasto excesivo para el erario público.
Agenda
Uno de los temas principales fue la explotación de litio en el noroeste argentino, una prioridad para China debido a su interés en los recursos estratégicos. Se discutieron acuerdos de cooperación con empresas chinas para el desarrollo de proyectos de extracción y refinamiento de litio en Argentina, así como la producción de baterías de litio. Estas reuniones involucraron a empresas como Gotion Hi Tech, Power China, CST Mining Group y Tibet Summit Resources.
Además, Fernández se reunió con representantes de Huawei, la empresa tecnológica que opera en nombre del gobierno chino en el despliegue de su tecnología 5G en todo el mundo. Huawei ha sido objeto de controversia debido a las preocupaciones sobre la seguridad y la privacidad de las comunicaciones. Se mencionó la posibilidad de que Huawei reanude sus operaciones de producción en Argentina.
Por último, durante la visita, luego de reunirse con el líder chino Xi Jinping, Fernández anunció la ampliación del uso del swap por 6.500 millones de dólares, lo que aumenta la deuda de Argentina con el gobierno chino.
En resumen, a demás de inoportuna, la visita de Fernández a China plantea desafíos y preocupaciones sobre los compromisos que pueda adquirir Argentina en esta etapa de transición.