El hijo del dictador Maduro presenta paquete de leyes para que Venezuela avance hacia “el modelo chino”
En un movimiento que ha generado debates y reflexiones, Venezuela ha mirado hacia China en busca de inspiración para revitalizar su economía. Esta iniciativa, liderada por el presidente socialista Nicolás Maduro, busca emular el modelo económico de la República Popular China como un camino para enfrentar los desafíos económicos y las sanciones internacionales que enfrenta el país sudamericano.
En ese sentido, el diputado Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente, anunció durante su participación en el Podcast Globovisión que se presentará ante el Parlamento Nacional un conjunto de proyectos de ley basados en el “modelo económico chino”.
“Venimos a traer propuestas a la Asamblea Nacional para el nuevo gobierno que viene del presidente Nicolás Maduro, con el fin de presentar un poderoso equipo de leyes económicas que se propondrán a la Asamblea Nacional, incluyendo industria, beneficios a la inversión, agricultura, comercio exterior, protección y confianza a la inversión nacional y extranjera que quiera seguir creyendo en nuestro país”, dijo el diputado y titular del Grupo de Amistad Parlamentaria Venezuela-China, tras su reciente visita al país asiático.
«Nosotros fuimos a conocer el tema legal y jurídico para avanzar económicamente. De ahí surgió un plan de leyes basado en el modelo chino», explicó el legislador.
Y agregó: “Nos une la visión humana del desarrollo. Nos unen las banderas de la humanidad compartida, porque al final en este planeta está la humanidad y el presidente Xi Jinping, lo ha expuesto en un destino compartido”, afirmó durante su participación en el programa presidencial “Con Maduro +” del lunes.
Sin embargo, estas declaraciones suenan paradójicas si se contextualiza el marco político de ambas naciones. Tanto Venezuela como China están gobernadas por regímenes comunistas caracterizados por su control político autoritario y corrupto, que tiene el absoluto control por parte del Estado de todas las esferas de la sociedad, donde los ciudadanos son privados de su libertad de elegir y expresarse.
El comunismo promueve la destrucción de la moralidad, las tradiciones y las creencias espirituales; establece la censura e intimidación a cualquier forma de oposición; implementa prácticas económicas desleales; y se apoya en la propaganda estatal, el odio, la violencia y la instauración del miedo como herramientas de control social.
“[La economía venezolana] está en una transición, que tiene como referencia al modelo chino”, dijo Rafael Lacava, miembro de la dirección nacional del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y gobernador del estado Carabobo, durante una visita a Shanghái en noviembre del año pasado, cuando ya se estaban dando los primeros pasos para la transición que pretenden lograr.
El distanciamiento del modelo económico de Hugo Chávez
Los comentarios de Lacava en su momento, despertaron un intenso debate local reforzando la percepción entre analistas económicos de que el régimen de Nicolás Maduro, a partir de 2019, ha optado por un giro hacia la economía supuestamente de mercado, a pesar de que la dictadura es todavía quien controla todos los procesos de comercialización, interviniendo fuertemente en las transacciones y anulando prácticamente en su totalidad el libre comercio en el país.
Este supuesto cambio, sugiere un distanciamiento de las políticas económicas adoptadas en la era del dictador y antecesor de Maduro, Hugo Chávez, que incluían la toma de empresas, nacionalizaciones masivas, “gobierno obrero” y un control grosero sobre la economía.
“En los años 2021, 2022 y 2023 hemos visto una reorientación importantísima de la relación entre gobierno y el sector privado. No es que sea una relación muy productiva o súper positiva, pero una relación mucho más fluida. Aquí no ha habido avances en la expropiaciones ni en la intervención de empresas. Al revés, el gobierno más bien ha ido saliendo de esos procesos e incluso ha entregado empresas o sectores que fueron expropiados”, señala un analista consultado por la BBC.
¿Es factible aplicar el “modelo chino” en la Venezuela de Maduro?
Luis Vicente León, presidente de la consultora Datanálisis, aseguró a la BBC en enero que “lo que la gente llama modelo chino es una simplificación de la realidad china”.
León señala que si uno resume la idea del modelo chino en una situación en la que se mantiene una alta concentración de poder político y una apertura hacia el sector privado y a la inversión extranjera en materia económica, entonces se podría pensar que ese modelo es aplicable a Venezuela.
Sin embargo, el politólogo Ricardo Sucre, también consultado por la BBC, y quién ha estado investigando sobre el acercamiento entre China y Venezuela durante las últimas dos décadas, destaca que el modelo chino, a diferencia del venezolano, cuenta con un proceso de planificación por parte del Estado.
“[En Venezuela] No tenemos un proceso de reforma. Aquí hay una cierta liberalización de controles, de precios, se permite el uso del dólar como referencia. Pero la idea de un proceso de reformas que viene desde el Estado, eso todavía aquí no existe”, aseguró Sucre.
El analista explica que aunque en Venezuela se han establecido zonas económicas especiales, siguiendo el ejemplo de China, el papel central de la planificación estatal en el país asiático siempre ha sido notable y un elemento fundamental en el desarrollo económico.
Por ejemplo, en las primeras zonas económicas especiales creadas en China, se implementó un proceso inicial de liberalización que permitió a estas áreas definir sus propios socios comerciales y buscar industrias de vanguardia durante la década de los 80. Aunque el mercado tenía cierta autonomía para tomar decisiones, el Estado mantenía una visión clara y jugaba un papel activo en guiar el mercado hacia sus objetivos.
En contraste, en Venezuela, el enfoque gubernamental hacia las zonas económicas especiales parece ser más liberal. Se percibe una expectativa de que la creación de estas zonas automáticamente atraerá inversiones, sin una planificación estatal detrás de ellas. Esta actitud refleja una mayor confianza, si se quiere, en el poder del mercado para resolver los problemas económicos, en contraposición al enfoque más intervencionista del Estado chino.
En otras palabras, el estado socialista del país sudamericano aún no ha avanzado lo suficiente sobre la economía, lo cual es una buena noticia para los defensores de la libertad y la propiedad privada que aún tienen esperanzas de que el país pueda retornar en algún momento a la democracia liberal y los valores republicanos, algo que en la dictadura comunista china parece cada vez más imposible.