El fracaso diplomático de Gustavo Petro: una cumbre con sillas vacías y escaso respaldo internacional

La IV Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE), organizada por Colombia y encabezada por el presidente Gustavo Petro, terminó convirtiéndose en uno de los episodios más difíciles de su gestión diplomática. Lo que debía ser una vitrina internacional para el mandatario terminó marcado por ausencias, delegaciones de bajo nivel y un claro mensaje de distanciamiento político.
De los 60 líderes invitados —33 de CELAC y 27 de la UE— solo nueve asistieron de forma presencial, mientras que la gran mayoría optó por enviar representantes secundarios o directamente declinar. Las imágenes de sillas vacías durante la sesión inaugural se instalaron como símbolo del revés.
Un foro llamado a liderar que terminó aislando a su anfitrión
Petro asumía la co-presidencia del foro como presidente pro tempore de CELAC y esperaba posicionarse como referente regional en materia de integración política. En su discurso inaugural apuntó a convertir a Hispanoamérica en un “faro de democracia”, pero el reducido número de mandatarios presentes evidenció el escaso eco de su convocatoria.
Entre los pocos líderes que sí asistieron se encontraban Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Pedro Sánchez (España), António Costa (Consejo Europeo), y representantes de Guyana, Dominica, Portugal y Granada. La participación de Yamandú Orsi (Uruguay) fue confusa: reportes de último momento indicaron que finalmente habría sido reemplazado por un viceministro.
Entre las ausencias más notorias se encontraron Ursula von der Leyen, Friedrich Merz, Giorgia Meloni, Emmanuel Macron y, en la región, el presidente argentino Javier Milei.
La sombra de la tensión con Estados Unidos
En su intervención, Petro sugirió que “fuerzas ajenas a la paz de América” habían buscado boicotear el encuentro, en una alusión directa a Washington y a las tensiones que mantiene con el gobierno de Donald Trump.
La relación entre ambos ha empeorado en los últimos meses. Trump ha acusado a Petro de mantener vínculos con redes de narcotráfico y en octubre aplicó sanciones económicas a Colombia, mientras revocó su certificación como aliado clave en la lucha antidrogas. Estas medidas, según fuentes diplomáticas, habrían influido en la decisión de varios líderes europeos de evitar el viaje a Colombia en un contexto ya tensionado por la presencia militar de EE. UU. en el Caribe.
Un patrón de aislamiento que se repite
No es la primera vez que Petro enfrenta dificultades para ejercer liderazgo regional. En enero de 2025 había convocado una cumbre extraordinaria de CELAC para responder al anuncio de deportaciones masivas de inmigrantes por parte de EE. UU., pero el encuentro terminó cancelándose por falta de consenso.
En Santa Marta, varios gobiernos volvieron a expresar reservas sobre el rol del mandatario. Según versiones recogidas por la prensa colombiana, países como Argentina y México mostraron incomodidad ante lo que interpretaron como intentos de Petro de introducir debates ajenos a la agenda oficial, incluyendo discusiones internas sobre consultas populares o reelecciones.
Consecuencias para Colombia
El revés en la cumbre ocurre mientras la economía colombiana enfrenta problemas internos: inflación elevada, menor inversión extranjera y tensiones fiscales. Pese a la intención de Petro de impulsar una “triple transición” —energética, digital y ambiental—, la UE evitó comprometer apoyo directo a Bogotá y se limitó a anunciar fondos para proyectos en Centroamérica, sin definiciones concretas para Colombia.
Incluso Lula, uno de los aliados más cercanos de Petro, enfocó su intervención en las tensiones militares en el Caribe, sin que esto lograra sumar mayor presencia internacional al encuentro.
Mientras tanto, en la región crece la expectativa por la próxima cumbre China–CELAC, que varios gobiernos ven como una instancia con más oportunidades económicas, en contraste con los resultados de Santa Marta.
Un golpe al posicionamiento internacional del gobierno colombiano
El tropiezo diplomático en la organización de la cumbre no parece un hecho aislado, sino parte de un proceso de creciente aislamiento que afecta la capacidad de Petro para proyectar liderazgo regional. Su discurso confrontativo hacia Estados Unidos, su cercanía con gobiernos cuestionados como el de Nicolás Maduro y la falta de consensos internos en CELAC han erosionado su margen de maniobra.
Para Colombia, un país con potencial para articular acuerdos hemisféricos, este episodio refuerza el debate sobre la necesidad de una política exterior más amplia, pragmática y orientada a la cooperación.








