El fin de una era: Bolivia busca otra rumbo tras dos décadas de socialismo

Las elecciones generales celebradas el 17 de agosto en Bolivia marcaron un antes y un después en la política del país. El Movimiento al Socialismo (MAS), que gobernó con hegemonía durante 20 años bajo los liderazgos de Evo Morales (2006-2019) y Luis Arce (2020-2025), sufrió una caída estrepitosa al perder casi todos sus escaños en el Congreso y quedar reducido a una presencia testimonial.

De acuerdo con los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el MAS apenas logró un 3,16% de los votos en la elección presidencial, encabezada por su candidato Eduardo del Castillo. Esta cifra apenas le permite conservar su personería jurídica, ya que la ley exige un mínimo del 3%. En el ámbito legislativo, el derrumbe es aún más contundente: de los 75 diputados que tenía, solo retendría uno, mientras que en el Senado su representación se reduce a niveles mínimos. Se trata de la mayor debacle electoral en la historia reciente del país.

El ocaso del socialismo boliviano

El retroceso del MAS refleja el desgaste de un modelo que durante dos décadas impulsó nacionalizaciones, reducción de la pobreza y una inédita presencia indígena en el poder. Sin embargo, la grave crisis económica actual —con una inflación del 18,4% interanual, la más alta en 17 años, escasez de dólares y combustibles y una deuda pública equivalente al 80% del PIB— minó la confianza ciudadana.

A esta situación se sumó la fractura interna entre Evo Morales y Luis Arce, que de antiguos aliados pasaron a ser adversarios irreconciliables. El partido terminó dividido en al menos tres facciones, debilitando su capacidad de movilización y de sostener el poder.

Segunda vuelta y giro político

Ningún candidato alcanzó los requisitos para imponerse en primera vuelta (50% de los votos o 40% con 10 puntos de ventaja), por lo que habrá balotaje el próximo 19 de octubre.

Los protagonistas serán Rodrigo Paz Pereira, senador del Partido Demócrata Cristiano (PDC), con 32,14% de los votos, y el expresidente Jorge «Tuto» Quiroga, de la alianza Libre, que obtuvo 26,81%.

Ambos buscan capitalizar el hartazgo ciudadano con promesas de estabilización económica, atracción de inversión y reducción de subsidios a los combustibles. Quiroga, además, propuso el cierre del Banco Central de Bolivia, al que acusa de financiar irregularmente al gobierno de Arce.

Ambos candidatos también han prometido impulsar procesos judiciales contra Evo Morales por acusaciones de corrupción y trata de personas, cargos que el exmandatario niega.

Evo Morales y el voto nulo

Inhabilitado para postularse por la limitación constitucional de mandatos, Morales apostó desde su bastión cocalero en el Chapare por promover el voto nulo como forma de “deslegitimar” el proceso. Sin embargo, los resultados muestran que su estrategia no tuvo el impacto esperado, lo que confirma el declive de su influencia política.

Actualmente, Morales se mantiene bajo resguardo en comunidades cocaleras, enfrentando una orden de detención y fuertes tensiones con sus antiguos aliados, incluido Andrónico Rodríguez, quien se presentó como candidato de la Alianza Popular pero obtuvo menos del 10%.

Nuevo mapa legislativo

La caída del MAS reconfigura por completo el Congreso. La redistribución de escaños tras el Censo 2024 favoreció especialmente a Santa Cruz, que ahora contará con 29 diputados, mientras que Chuquisaca perdió representación.

Todo apunta a que las fuerzas de centro y derecha —PDC, Libre y Unidad, de Samuel Doria Medina (19,86% en la presidencial)— dominarán la Asamblea Legislativa, lo que pondrá fin a la mayoría absoluta que el MAS ostentó desde 2006 y obligará a futuros gobiernos a construir coaliciones.

Crisis y esperanza ciudadana

El proceso electoral se dio en medio de una fuerte crisis económica y social: devaluación del boliviano, mercado paralelo del dólar que triplica la cotización oficial y una pobreza que golpea al 44% de la población, con un 85% de trabajadores en la informalidad.

Según analistas como José Luis Exeni, el electorado votó en un escenario de “crisis, desconfianza, polarización e incertidumbre”, privilegiando propuestas de soluciones inmediatas más que discursos ideológicos.

Pese a las tensiones, observadores de la Unión Europea y de la OEA calificaron la jornada como tranquila, con incidentes aislados. El presidente Luis Arce aseguró que garantizará un “tránsito democrático” hacia el nuevo gobierno y reivindicó haber devuelto la democracia tras la crisis de 2019.

Un cambio de era

La derrota del MAS marca el fin de un ciclo político. Bolivia, tras 20 años de socialismo empobrecedor, se prepara para un nuevo rumbo que podría redefinir tanto su modelo económico como su inserción internacional.

El resultado de la segunda vuelta —si será un giro al centro con Paz Pereira o un retorno a la derecha con Quiroga— marcará la nueva etapa del país. Los resultados oficiales se esperan entre el 29 de octubre y el 2 de noviembre.

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Celeste Caminos
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