«El camino a la Prosperidad»: discurso completo de Javier Milei en cadena nacional
En un discurso de 16 minutos por cadena nacional, el Presidente Javier Milei anunció este lunes a la noche que el Sector Público Nacional registró un superávit financiero por $276.638 millones de pesos al cierre del mes de marzo. Este sería el tercer mes consecutivo con un resultado positivo, lo que anticipa muy buenas noticias en lo económico, que incluyen una gran baja en la inflación y una potencial reducción de impuestos para los ciudadanos.
Ni bien comenzó, Milei se refirió a la situación dura que está viviendo el pueblo argentino debido al ajuste, pero dio esperanza diciendo que ya se atravesó más de la mitad del camino y que el esfuerzo bien valdrá la pena.
Esta es la transcripción completa del discurso que realizó rodeado de su equipo económico:
Buenas noches,
En primer lugar, quiero decirle a todos los argentinos que entiendo que la situación que estamos viviendo es dura, pero también que ya hemos recorrido más de la mitad del camino. Este es el último tramo de un esfuerzo heroico que los argentinos estamos haciendo, y por primera vez en mucho tiempo, esta vez el esfuerzo va a valer la pena.
En segundo lugar, hoy estoy aquí, rodeado de nuestro equipo económico encabezado por el Ministro Luis Caputo y el Presidente del Banco Central, Santiago Bausili, para anunciar algo que hace tan solo unos pocos meses parecía imposible en la Argentina.
En contra de los pronósticos de la mayoría de los dirigentes políticos, los economistas profesionales, televisivos y petardistas tribuneros, los periodistas especializados y buena parte del establishment argentino, quiero anunciar que el sector público nacional registró durante el mes de marzo un superávit financiero de más de 275 mil millones de pesos, logrando de esta manera, y luego de más de casi 20 años, superávit financiero de 0,2% del PIB durante el primer trimestre del año.
Este es el primer trimestre con superávit financiero desde el año 2008, un hito que debe enorgullecernos a todos como país, en particular, dada la estrepitosa herencia de la que tuvimos que hacernos cargo.
Este concepto, el de superávit fiscal, que parece simplemente una definición técnica que no hace a la vida de los argentinos, no es ni más ni menos, que el único punto de partida posible para terminar de una vez y para siempre con el infierno inflacionario que fue la Argentina desde la caída de la convertibilidad, con habernos convertido en el mayor defaulteador serial del mundo, y a tener la presión impositiva más alta del mundo.
El superávit fiscal es la piedra angular desde la cual construiremos la nueva era de prosperidad de la Argentina.
Haber logrado ese superávit en Argentina, que ha tenido déficit 113 de los últimos 123 años, habiendo recibido este gobierno un déficit consolidado de más de 15 puntos del producto entre déficit del tesoro y déficit del Banco Central; y haber ajustado 13 puntos de esos 15 en tan solo tres meses de gobierno, es lisa y llanamente una hazaña de proporciones históricas a nivel mundial.
Por esta razón es que quiero tomarme unos minutos para explicarles a todos con qué nos enfrentábamos, cómo logramos cumplir tamaña hazaña, y por qué es tan importante para la vida de todos los argentinos mantener este rumbo.
He explicado en reiteradas ocasiones que cuando asumimos el enorme desafío de conducir nuestra nación, encontramos un país quebrado y al borde de una hiperinflación. Teníamos un déficit de 5 puntos del producto en el tesoro y un déficit financiero de otros 10 puntos en el Banco Central. Teníamos una brecha cambiaria de casi 200% entre el dólar oficial y el dólar libre; y un sobrante monetario similar al que teníamos en la previa del Rodrigazo, una de las peores crisis de nuestra historia. Sumado a esto, teníamos una deuda no reconocida con importadores por más de 50 mil millones de dólares; y una deuda en pesos por el equivalente de 90 mil millones de dólares. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional estaba caído. Y durante la primera semana de nuestro gobierno la inflación venía corriendo al 1.2% diario.
Es decir, asumimos el gobierno con la inflación corriendo al 7.600% anual, con un sobrante monetario y un Banco Central quebrado, que hubiera llevado la inflación al 15.000%. Esto significa que asumimos el gobierno con un sobrante monetario peor al del Rodrigazo, una destrucción del balance del Banco Central peor que la de la hiperinflación del 89, e indicadores sociales peores a los de la crisis del año 2001. Lo cual significa que nos enfrentábamos a la peor crisis de la historia de nuestro país.
Por eso, desde que asumimos nos enfocamos en dos cuestiones esenciales. En primer lugar dijimos que la causa de todos los males en la Argentina era el déficit fiscal, ya que producto de la obsesión de los políticos argentinos por gastar lo que no tenemos, y agotadas las fuentes de endeudamiento y la suba de impuestos, recurrían a la emisión monetaria, que es la única y probada causa de la inflación. Tomamos el toro por las astas y anunciamos desde el primer día que con nosotros se acababa el déficit y, en consecuencia, se acababa la emisión monetaria y la inflación. En segundo lugar, dijimos que dada la gravedad de la situación que habíamos heredado, los argentinos no teníamos tiempo para nuevos experimentos gradualistas y avanzamos en el programa de estabilización más ambicioso de la historia del país. El programa se basa en tres pilares: Un presupuesto equilibrado, una reforma fiscal profunda y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
El primero y más importante de esos pilares es el presupuesto equilibrado. Los economistas pueden discutir durante horas acerca de lo que es o no es una reforma tributaria, de lo que sí no hay dudas es de que un presupuesto equilibrado es la verdadera reforma tributaria. Un país no puede vivir gastando más de lo que tiene, porque eso simplemente significa que está gastando el ingreso de futuras generaciones, que indefectiblemente las lleva a la pobreza. No hay gobierno más progresista que aquel que deja de cargar de deudas a los hijos de los pobres.
En segundo lugar, avanzamos con una reforma tributaria profunda. Toda reforma tributaria puede tener sus matices y disidencias, pero el principio de una buena reforma tributaria es que un buen impuesto es aquel que grava lo menos posible y lo más equitativamente posible. Por eso avanzamos con la reducción del impuesto a las ganancias en un 60% para todos los trabajadores, en la eliminación de impuestos a la exportación de los productos regionales, y en la eliminación de los impuestos a los combustibles, que son los que motorizan la economía.
Y en tercer lugar, llegamos a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Quiero aclarar aquí que no fue fácil llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El Fondo Monetario Internacional es una organización burocrática de la cual la Argentina siempre ha desconfiado, y con justa razón. Ellos prestaron 45 mil millones de dólares durante el gobierno de Macri y la Argentina terminó en default. No fue fácil llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, pero lo logramos. Logramos un acuerdo récord para la Argentina de 85 mil millones de dólares, que permitió normalizar la economía argentina. Hoy tenemos reservas récord, y una estabilidad monetaria como no veíamos desde el año 2007.
A todo esto, le sumamos una política activa de desendeudamiento y de negociación responsable con los bonistas, para poder liberar los cupos de exportación y descomprimir la presión cambiaria. Y si bien no podemos afirmar que vamos a poder llegar al superávit fiscal todos los meses, sí podemos afirmar que por primera vez en mucho tiempo, el país tiene un rumbo claro, y se acabaron las sorpresas.
Entonces, la pregunta que muchos se estarán haciendo es ¿por qué tenemos que seguir con este programa de ajuste fiscal? Y la respuesta es muy sencilla: el ajuste fiscal es la única manera de terminar con la inflación. La inflación es el impuesto más regresivo que existe, porque afecta en mayor medida a los que menos tienen, y a los que menos saben, que son los que más necesitan de la estabilidad monetaria. Por eso es que el ajuste fiscal es la única manera de terminar con la inflación, y la inflación es el único impuesto que pagamos todos los argentinos.
Quiero terminar esta alocución diciéndoles que estamos en la recta final de esta pesadilla inflacionaria que es la Argentina. Hemos logrado lo que parecía imposible, y podemos estar orgullosos de lo que hemos hecho. Pero no hay que confiarse. El ajuste fiscal es como una bicicleta, si dejamos de pedalear nos caemos. Por eso les pido a todos los argentinos que sigamos juntos, unidos, y con el mismo espíritu de sacrificio con el que llegamos hasta aquí, para terminar de una vez y para siempre con la inflación, y para construir la Argentina que todos soñamos.
Muchas gracias.