EE. UU., Japón y Taiwán consolidan una alianza estratégica para contener a China

Con Washington respaldando públicamente la postura de Tokio y Taiwán ubicado en el centro de la estrategia regional de ambos países, analistas sostienen que está tomando forma un nuevo alineamiento entre EE. UU.–Japón–Taiwán.

El 18 de noviembre, el panorama de seguridad en Asia Oriental cambió en un solo día. Mientras China celebraba la primera misión de entrenamiento en mar abierto del portaaviones Fujian, Japón y Estados Unidos actuaron en sincronía al emitir una advertencia conjunta que recalibró de inmediato el pensamiento estratégico en Tokio, Washington y Pekín.

En un momento que marcó una nueva realidad geopolítica, EE. UU., Japón y Taiwán están conformando lo que los analistas describen como un alineamiento estratégico destinado a contrarrestar las ambiciones de Pekín.

Horas después de que China confirmara la puesta en servicio del Fujian, la cadena estatal CCTV emitió amplias imágenes del grupo de ataque del portaaviones realizando sus primeras maniobras en mar abierto. Cazas J-35 se lanzaron mediante catapulta electromagnética, aviones de alerta temprana KJ-600 aterrizaron en la cubierta y la formación practicó operaciones coordinadas de largo alcance antes de regresar a Sanya.

Fuerte reacción

La campaña propagandística fue inmediata e intensa: una coreografía destinada a reforzar el mensaje de que el portaaviones más nuevo y tecnológicamente avanzado de China ya estaba en el mar y listo para el combate. Pero el despliegue de Pekín quedó eclipsado en cuestión de horas por un terremoto político procedente de Tokio.

El diario japonés Sankei Shimbun, citando fuentes gubernamentales de alto nivel, informó que Japón alcanzó un entendimiento estratégico interno: si estalla un conflicto en el estrecho de Taiwán y el Fujian intenta bloquear una intervención estadounidense, Japón coordinaría con la Marina de EE. UU. para hundir el portaaviones. Es la primera vez que los medios japoneses identifican abiertamente a un portaaviones chino como objetivo en caso de guerra —y la primera vez que Japón señala que podría “atacar de forma preventiva” si Pekín agrede a Taiwán.

La recién electa primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, ya había afirmado que un conflicto mayor en torno a Taiwán constituiría “una crisis de supervivencia” para Japón. El artículo del Sankei fue un paso más allá: Japón no solo apoyaría a las fuerzas estadounidenses, sino que actuaría de manera decisiva. China considera a Taiwán una “provincia rebelde” y ha prometido recuperar la isla autónoma por cualquier medio necesario.

Para Pekín, el mensaje fue inequívoco: Japón está dispuesto a atacar un buque de guerra chino si es necesario.

Un conflicto en Taiwán amenaza directamente la supervivencia de Japón

Un bloqueo a Taiwán cortaría las rutas cruciales por las que Japón importa energía y alimentos. Si Taiwán cayera bajo control del EPL, el radio de ataque de China abarcaría inmediatamente Kyushu y las islas Nansei.

Por eso la advertencia de Japón se presenta no como altruismo hacia Taiwán, sino como un acto de autopreservación.

Japón menciona al Fujian como un objetivo específico

Quedó atrás el lenguaje cauteloso de décadas anteriores. Tokio ahora habla abiertamente de objetivos operativos, incluido hundir el nuevo portaaviones chino.

Japón acepta que debe actuar en las primeras horas de un conflicto

A pocas semanas de asumir el cargo, Takaichi aceleró la transformación de la seguridad nacional japonesa:

  • Formalizó la doctrina de “crisis de supervivencia”.
  • Impulsó un aumento del gasto en defensa.
  • Aceleró los despliegues en la cadena de islas Nansei.
  • Profundizó la integración operativa con las fuerzas estadounidenses.

Japón ya no se posiciona como un actor secundario o reactivo. Se está preparando para luchar.

Jefe de la Marina de EE. UU.: “No me sorprende en absoluto”

El mismo día en que se publicó el informe del Sankei, el jefe de Operaciones Navales de EE. UU., el almirante Darryl Caudle, fue consultado en Tokio sobre la postura japonesa. Su respuesta fue directa: “No me sorprende en absoluto. Esto es exactamente lo que esperaba”. Agregó que el nuevo presupuesto de defensa de Japón (2% del PBI) “no es un techo”, señalando el apoyo de Washington a una postura militar japonesa aún más firme.

Caudle confirmó, de hecho, que Estados Unidos ve la posición de Japón como alineada con la suya. Dado que Taiwán es el “ancla” de la Primera Cadena de Islas, el control de la isla podría determinar el dominio del Pacífico occidental.

Si Taiwán cae, advierten los analistas, la seguridad marítima de Japón podría derrumbarse, desmoronando la estrategia indo-pacífica de Estados Unidos y permitiendo que Pekín avance hacia una segunda cadena de islas. Analistas también subrayan que Tokio y Washington ahora consideran a Taiwán como una “piedra angular estratégica”, no un compromiso opcional.

Mientras tanto, la opinión pública japonesa también se ha endurecido. Las encuestas muestran que la mayoría apoya enviar a las Fuerzas de Autodefensa para ayudar a Taiwán en caso de conflicto, un giro drástico respecto de décadas anteriores.

Las limitaciones del Fujian

Aunque China presenta al Fujian como un hito, su preparación real para el combate es incierta:

  • El portaaviones acaba de entrar en servicio.
  • Los sistemas de catapultas y apontaje no están plenamente probados.
  • Las horas de entrenamiento de pilotos están muy por detrás de los estándares de EE. UU. y Japón.
  • La plataforma de alerta temprana KJ-600 aún no está madura.
  • La guerra antisubmarina de China continúa siendo un punto débil.

En comparación, las fuerzas EE. UU.–Japón tienen un conjunto completo de sistemas diseñados para destruir portaaviones:

  • Paquetes de ataque furtivos F-35B y F-35C.
  • Redes de alerta temprana E-2D.
  • Submarinos avanzados y misiles antibuque de largo alcance.
  • El misil japonés de alcance extendido Tipo 12.

La advertencia japonesa, por lo tanto, no es bravuconada: refleja la realidad militar de que el Fujian podría no sobrevivir a un conflicto de alta intensidad.

Una alianza emergente

Los hechos del 18 de noviembre marcaron un punto de inflexión. Mientras Pekín amplificaba su demostración de fuerza, Tokio lanzó un desafío y Washington lo respaldó, todo dentro del mismo ciclo de noticias. Pero los expertos señalan que lo más significativo no está en los titulares, sino en lo que revelan: Japón ya no duda, Estados Unidos ya no es ambiguo, Taiwán ya no está aislado y China ya no puede confiar en la intimidación para moldear las decisiones estratégicas regionales.

Un nuevo alineamiento tripartito —EE. UU., Japón y Taiwán— ha tomado forma silenciosamente, con potencial para redefinir el equilibrio estratégico de Asia durante décadas.

En este nuevo escenario, cuando los estados democráticos actúan al unísono, las potencias autoritarias pueden hacer poco más que reaccionar con indignación, no con influencia.

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Redacción Mundo Libre
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