EE. UU. envió a Argentina buque de la Guardia Costera para ayudar a combatir el tráfico de drogas y la pesca ilegal

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El presidente argentino, Javier Milei, junto con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, recibieron el buque Cutter James de la Guardia Costera de Estados Unidos (USCG), en una demostración de cooperación y seguridad marítima entre ambas naciones. La embarcación, que arribó al puerto metropolitano a las 18 horas de este lunes, tiene previsto permanecer en el país hasta el 3 de mayo. 

También estuvieron presentes en el arribo, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, el Embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, y parte del personal de alto rango de la Prefectura.

El Cutter James tiene como misión principal establecer vínculos de asociación entre la USCG y diversas naciones del hemisferio sur, promoviendo operaciones combinadas para combatir actividades ilícitas en alta mar. Una de las preocupaciones destacadas es la pesca ilegal no declarada y no regulada (INDNR), un problema global que amenaza la seguridad alimentaria y la conservación de las pesquerías.

En este sentido, se espera que durante su estancia en Argentina, la tripulación del Cutter James participe en mesas de trabajo sobre pesca ilegal, intercambiando información y tecnologías para el control efectivo de esta actividad ilícita. Además, está prevista la realización de ejercicios conjuntos con la Prefectura Naval Argentina, lo que refuerza la colaboración en materia de seguridad marítima.

Según el sitio de la embajada norteamericana la nave cuenta con “una dotación de 150 hombres y mujeres”, y “es uno de los barcos más grandes y tecnológicamente avanzados de la flota de la Guardia Costera de Estados Unidos”.

Además de sus funciones de seguridad nacional, el Cutter James se dedica a misiones que incluyen el combate al tráfico de drogas y la vigilancia de actividades de pesca ilegal, no reportada y no regulada en el Atlántico, contribuyendo así a la estabilidad y seguridad regional.

La visita del buque estadounidense ha sido calificada como un gesto significativo en la lucha contra la pesca ilegal en aguas argentinas. La ministra Bullrich subrayó la importancia histórica de esta colaboración: “¡Día histórico de fortalecimiento de relaciones con los Estados Unidos!”, escribió en un posteo en su cuenta de X. 

El embajador estadounidense en Argentina, Mark Stanley, también compartió con alegría en las redes la llegada del buque: “¡Muy entusiasmado de dar la bienvenida al USCG Cutter James a Argentina! Esta visita resalta la fuerte asociación entre EE.UU. y Argentina para mejorar la seguridad marítima y combatir la pesca ilegal no declarada y no regulada”.

Desde el gobierno argentino se enfatiza que esta cooperación con la Guardia Costera de Estados Unidos se remonta a varios años atrás, con intercambios de personal y experiencias que fortalecen la relación entre ambas instituciones. 

“Cabe destacar que desde el 2001, en el marco del Memorándum de acuerdo entre el Servicio Guardacostas de los Estados Unidos (USCG) y la Prefectura Naval Argentina sobre intercambio de personal, la Autoridad Marítima nacional envía un oficial a prestar servicios y cumplir tareas en el país del norte”, informó el Gobierno, según detalló Infobae. 

La presencia del Cutter James en Argentina se enmarca en un contexto de creciente preocupación por la actividad pesquera ilegal en el Atlántico sur, especialmente la presencia de pesqueros asiáticos, incluyendo aquellos de bandera china.

Con 127 metros de largo, 16 metros de ancho y equipado con instalaciones de apoyo a la aviación, se espera que la presencia de la nave en aguas argentinas fortalezca la capacidad de control y vigilancia en las aguas territoriales argentinas, apoyando así los esfuerzos para proteger los recursos marinos y garantizar la seguridad en el océano Atlántico sur.

Sin duda se trata de una nueva señal de Javier Milei en lo que respecta Seguridad y Defensa con Estados Unidos, para reafirmar su alineación geopolítica con Occidente. Cabe recordar que recientemente el presidente recibió en Argentina a Laura Richardson, la jefe del Comando Sur estadounidense, quien mostró su fuerte preocupación por la alta presencia china en la región.

Por el contrario, en 2021, el entonces presidente Alberto Fernández -quien siempre quiso mantenerse cercano a Beijing-, no autorizó el “operativo Cruz del Sur” cuyo objetivo era la realización de tareas de control por parte de Estados Unidos para “construir asociaciones regionales de seguridad marítima y contrarrestar la pesca ilegal, no declarada y no regulada en el Atlántico Sur”. 

Cómo operan las flotas clandestinas chinas

Las especies más codiciadas entre los pesqueros chinos que vienen a las aguas sudamericanas, se encuentran el calamar dientuso y la merluza negra. 

Testimonios de expertos describen la escena como «ciudades flotantes», donde cientos de barcos pesqueros chinos operan en el límite de la ZEE de la costa atlántica argentina entre noviembre y abril.

En mayo del año pasado, se contabilizaron 600 barcos frente a Argentina, que luego pasarían hacia el Océano Pacífico, llegando hasta frente a las Islas Galápagos en Ecuador, según lo reportado por la Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante de Chile (Directemar)

Según datos de la plataforma Global Fishing Watch, la actividad (en horas por cada 500 km2) de los buques chinos en esa zona pasó de 61.727 horas en 2013 a 384.046 horas en 2023. Es decir, en la última década los gobiernos de turno no tuvieron intenciones de controlar la situación. 

Un informe de la ONG Oceana advierte que aproximadamente la mitad de las capturas mundiales de calamar dientuso provienen de aguas argentinas, lo que plantea serias preocupaciones sobre la sostenibilidad de esta actividad. La sobreexplotación de calamares jóvenes, combinada con su corto ciclo de vida y la extracción ilegal en período de veda, podría agotar la población en la región. Algo similar ocurre con la merluza negra. 

El reporte además revela prácticas alarmantes, como el apagado regular de los sistemas de identificación automática (AIS) por parte de estas embarcaciones, dificultando su detección en la ZEE. Datos de Oceana basados en registros satelitales muestran que estas embarcaciones chinas han pescado durante extensos períodos y han evitado el rastreo en más de 4000 ocasiones.

A pesar de las obligaciones internacionales, las autoridades chinas han sido criticadas por su falta de supervisión efectiva de la flota en aguas lejanas. Expertos argumentan que el vacío legal y la ausencia de límites claros contribuyen a la impunidad de estas flotas, planteando la urgente necesidad de medidas más estrictas para preservar los recursos marinos y la biodiversidad.

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