Detrás del desfile militar de China: la purga de Zhang Youxia y la lucha de Xi por la supervivencia

En un momento en que los líderes del partido sopesan sus opciones, surgen nuevas narrativas con creciente frecuencia. Zhang Youxia, máximo comandante militar del Partido Comunista Chino (PCCh) y vicepresidente de la Comisión Militar Central, ha puesto bajo control militar tanto el Ministerio de Seguridad Pública como el Ministerio de Seguridad del Estado.
Pero a medida que se profundizan las fracturas internas del liderazgo del PCCh y la confusión aumenta, el mundo observa con atención: ¿hacia dónde se inclinará el equilibrio de poder? ¿Por qué Zhang no ha detenido su purga? ¿Con quién puede seguir contando como aliado? ¿Qué señales ocultas revelará el desfile militar del 3 de septiembre? ¿Y quién subirá al vehículo del desfile cuando llegue ese momento decisivo? Profundizaremos en todo esto aquí.
La implacable purga de Zhang
En su continua lucha de poder con la facción de Xi Jinping, Zhang ha llegado a comprender que el peligro que enfrenta es constante e inmediato. Por un lado, muchos dentro del bando anti-Xi —ya sean líderes del partido u otros grupos— se centran principalmente en su propia protección. Saben lo despiadadas que pueden ser las luchas internas por el poder en el Partido Comunista Chino (PCCh) y temen que, si Xi recupera el control, sufrirán represalias. Este temor los ha vuelto cautelosos y vacilantes.

Por otro lado, Xi es plenamente consciente de la lógica que subyace a la política dinástica del PCCh: una vez que se pierde el poder, se corre el riesgo de ser destruido. Su mayor temor interno es claro: quiere ser el carnicero, no el pez. Y la única manera de evitar convertirse en el pez es recuperar el poder que perdió tras su supuesto derrame cerebral.
El columnista Chen Shuhan, escribiendo para Beijing Spring, lo describió con una claridad escalofriante: el poder es el alma del PCCh, y Xi se aferra a él «como si fuera su propia vida». Pedirle que renuncie, escribió Chen, «equivale a pedirle que le quite la vida». Añadió: «Si alguien le dijera a un tigre: ‘Déjame despellejarte para hacerte un abrigo que te abrigue’, ¿accedería el tigre?». La implicación es simple: Xi no renunciará al poder voluntariamente.
¿Por qué Xi no dimitirá?
Xi es un maestro de la supervivencia política. Sabe que mientras se aferre al poder, puede ganar tiempo. Pero en cuanto lo cede, se convierte en el blanco evidente de la venganza. Ya sea que su sucesor sea alguien a quien él designó o alguien que ascendió gracias a la lucha, Xi sería el sacrificado para apaciguar a un público descontento.

Según Chen, Xi ha gobernado durante doce años, y en esos doce años, solo ha traído «desastre». Cada decisión importante se ha centrado en consolidar el control, no en beneficiar al pueblo. El declive económico de China es consecuencia directa de las políticas que Xi «ordenó y dirigió personalmente». En opinión de Chen, Xi no se retirará porque no puede. Alguien debe asumir la responsabilidad de la crisis actual de China.
Y aunque Mao Zedong encontró chivos expiatorios como la Banda de los Cuatro, Xi no es Mao: carece de la reverencia y la mística de un líder fundador. «Nadie asumirá la culpa por él».
Esto deja a Xi sin una salida real. Su única opción es continuar por un camino destructivo, arrastrando consigo al PCCh. Su enmienda constitucional de 2018 reveló este deseo de un gobierno vitalicio. Si los llamados ancianos del partido tuvieran algún poder real para detenerlo, esa enmienda nunca se habría aprobado.
¿Podrá un desfile salvar a Xi?
El 25 de junio, el periódico estatal «Diario del Pueblo» anunció que el 3 de septiembre se celebraría una ceremonia en la Plaza de Tiananmén para conmemorar el 80.º aniversario de la victoria en la guerra contra Japón. El evento incluye un repaso de tropas y se espera que Xi pronuncie un importante discurso.

Cabe destacar que el anuncio no mencionó que Xi inspeccionaría personalmente a las tropas, solo que hablaría. Aun así, la especulación ha aumentado. Muchos creen que la facción de Xi planea usar el desfile militar para reafirmar su menguante autoridad. El momento evoca a 1978, cuando Hua Guofeng intentó reforzar su imagen mediante un desfile naval inspirado en el «gobierno militar» de Mao. Deng Xiaoping y Luo Ruiqing bloquearon esa iniciativa, y la reputación de Hua se desmoronó.
Pero Zhang parece haber aprendido una lección de ese fracaso. Informes recientes sugieren que se ha vuelto cada vez más cauteloso, acelerando su purga y colocando los aparatos de seguridad del Estado bajo supervisión militar.
Divisiones entre las élites
El analista internacional Jiang Shenzhe señala que han surgido importantes divisiones entre Zhang y otras facciones importantes, incluida la Liga de la Juventud Comunista. Según informes, la Liga de la Juventud apoya un «aterrizaje suave» para Xi: permitirle conservar sus títulos, pero despojarlo de su poder real, garantizando así su seguridad y la de su familia.
Pero Zhang lo ve como una cuestión de supervivencia. Cuanto más tiempo permanezca Xi simbólicamente en el cargo, más peligroso se vuelve. Según se informa, la paciencia de Zhang se agota en agosto. Si la Liga Juvenil se estanca, Zhang podría actuar unilateralmente retirando a Xi de los tres títulos y haciéndole responsable de eliminar futuras amenazas.
Para reforzar el apoyo, según se informa, Zhang ha recurrido a la “Segunda Generación Roja” —los descendientes de los revolucionarios fundadores—, con la esperanza de unir al Partido y trazar un nuevo camino hacia adelante.
Por Edward Wenming y Janet Huang