El escalofriante lado oculto del boom antienvejecimiento en China: una industria biomédica construida sobre experimentación humana

Aunque el debate sobre si las células madre hematopoyéticas fetales pueden ralentizar —o incluso revertir— el envejecimiento comenzó hace años, China está llevando ahora esta idea a cotas sin precedentes . El 28 de junio, el periódico estatal «Diario del Pueblo» publicó un revelador artículo titulado: «Las madres con microquimerismo fetal son más aptas como donantes de células madre hematopoyéticas».

En apariencia, se trataba de un informe científico rutinario. Sin embargo, tras esa apariencia subyacía una clara señal: las instituciones chinas ya estaban profundamente comprometidas con el potencial regenerativo de las células fetales en cuerpos adultos. El mensaje pronto se generalizó en todos los hospitales de maternidad de China, incluyendo: cómo almacenar la sangre del cordón umbilical, la placenta e incluso las células madre hematopoyéticas del bebé para su uso futuro.

A los padres se les dijo: “Si su hijo enferma gravemente en el futuro, esto podría salvarle la vida”. Las familias gastaron decenas o incluso cientos de miles de yuanes para almacenar la sangre del cordón umbilical, a pesar de que las tasas mundiales de reinfusión rondan el 0,04 por ciento.

Durante ese mismo período, la investigación china sobre células fetales, placentarias y células madre hematopoyéticas superó con creces a la de gran parte del mundo. La razón era simple: al Partido Comunista Chino (PCCh) no le importaban las leyes ni la ética; solo le interesaba la abundancia de material biológico para incrementar aún más su riqueza.

Un sistema construido sobre vidas humanas

En los países occidentales y Japón, la investigación con embriones y fetos se enfrenta a estrictas limitaciones, entre ellas:

  • Un límite de 14 días para los experimentos con embriones,
  • Supervisión ética rigurosa para la investigación con células madre embrionarias,
  • Prohibición total de los “embriones sin cabeza”, los “embriones quiméricos” y tecnologías similares.

Pero en China, en comparación:

  • Las leyes siguen siendo ambiguas.
  • La aplicación de la ley es laxa.
  • Los reguladores y los investigadores operan dentro de la misma jerarquía.
  • Los hospitales controlan el flujo de órganos y tejidos,
  • Millones de pacientes carecen de consentimiento informado.

En estas condiciones, las instituciones médicas chinas se centraron intensamente en una pregunta provocativa:

  • ¿Pueden las células madre hematopoyéticas fetales reactivar los “mecanismos de reparación juvenil” del organismo?
  • ¿Realmente las células madre hematopoyéticas fetales revierten el envejecimiento?

Biológicamente, las células fetales poseen características poderosas:

  • Capacidad hematopoyética excepcional,
  • Proliferación rápida,
  • Rechazo inmunológico bajo,
  • Alta plasticidad,
  • La capacidad de reparar y migrar a través de los tejidos.

Estos rasgos sugieren potencial para:

  • Reparación de tejidos envejecidos,
  • El sistema inmunitario se reinicia,
  • Reparación vascular,
  • Tratamiento de enfermedades degenerativas.

Pero nada de esto las convierte en una terapia antienvejecimiento legítima. A nivel internacional, los tratamientos con células fetales conllevan graves peligros, entre ellos:

  • Un alto potencial carcinogénico,
  • trastornos autoinmunitarios,
  • Diferenciación no controlada,
  • Resultados a largo plazo impredecibles,
  • No existen ensayos clínicos validados.

En resumen: las células fetales pueden parecer biológicamente «jóvenes», pero ninguna autoridad médica mundial las reconoce como seguras. China, sin embargo, se rige por normas distintas.

Una cadena de suministro siniestra

China posee la base de datos más grande del mundo de mujeres embarazadas y recién nacidos. Los hospitales del país actualmente cuentan con:

  • Derechos placentarios,
  • Almacenamiento de sangre del cordón umbilical,
  • Acceso a tejido fetal,
  • Registros médicos maternos,
  • Enormes cantidades de muestras biológicas recogidas sin previo aviso.

Los experimentos que requieren múltiples revisiones éticas en el extranjero solo necesitan una breve frase burocrática en China:
“para investigación científica”, “exploración médica” o “desarrollo biotecnológico”.

De este entorno surgió una cadena de suministro paralela que incluía:

  • Células placentarias para procedimientos cosméticos,
  • Células hepáticas fetales para inyecciones antienvejecimiento,
  • Células madre hematopoyéticas fetales para “terapias de rejuvenecimiento”,
  • Sangre de cordón umbilical para almacenamiento y líneas de investigación simultáneas.

Con un suministro abundante y una supervisión mínima, China se convirtió rápidamente en una excepción mundial en la experimentación con células fetales.

Una tendencia preocupante

Esto no es un rumor. Revistas científicas chinas mencionan abiertamente «embriones sin cabeza» y «embriones fetales sin cerebro». Su propósito es escalofriante: crear embriones sin sistema nervioso, incapaces de tener consciencia, pero con plena capacidad de desarrollo. En teoría, esto permitiría una fuente ilimitada de células madre para su posterior venta a pacientes que buscan tratamiento para diversas enfermedades relacionadas con el daño celular o del ADN.

Este tipo de investigación está prohibida universalmente en otros lugares. Sin embargo, en China avanza bajo denominaciones como «medicina regenerativa», «innovación científica» y «necesidades de salud pública». Además, el impulso agresivo de China no tiene nada que ver con la madurez científica, sino con:

  • Una amplia gama de materiales biológicos,
  • Regulación débil o inexistente,
  • Gran demanda comercial,
  • Un sistema político sin límites éticos.

Las cuestiones centrales, por tanto, no son científicas sino morales:

  • ¿De dónde proceden los fetos?
  • ¿Se están desviando placentas y sangre del cordón umbilical sin consentimiento?
  • ¿Qué pasó con la sangre del cordón umbilical por la que millones pagaron para almacenarla?
  • ¿Ha cruzado ya China estas líneas éticas irreversibles?

Estas preguntas sin respuesta son más inquietantes que cualquier “tecnología de rejuvenecimiento”.

Un negocio próspero

El trabajo relacionado con las células fetales en China generalmente se divide en tres áreas:

  1. Células madre hematopoyéticas (CMH) de la placenta y de la sangre del cordón umbilical

Se utiliza principalmente para enfermedades de la sangre y la reconstrucción inmunológica.
La evidencia de sus efectos antienvejecimiento es prácticamente inexistente.

  1. Células madre mesenquimales fetales (MSC)

Alta actividad, modulación inmunológica y significativo potencial de reparación tisular.

  1. Células madre embrionarias (CME) y modelos similares a embriones

Estas células, biológicamente potentes pero extremadamente peligrosas, pueden, según se informa: formarse en cualquier tejido, proliferar sin control y conllevar un alto riesgo de convertirse en cáncer. En China, tras dar a luz, a casi todas las madres se les pregunta: «¿Le gustaría donar sangre del cordón umbilical? Puede ayudar a muchas personas». Sin embargo, aún no está claro adónde van exactamente las muestras. Las opciones incluyen:

  1. Almacenamiento comercial (financiado por la familia)

Las familias pagan tarifas elevadas; las tasas de reinfusión son extremadamente bajas.
Con frecuencia, las muestras entran en los procesos de investigación sin un consentimiento explícito.

  1. Uso de la investigación (la mayor “caja negra”)

La sangre del cordón umbilical, las placentas y el tejido fetal se utilizan para alimentar a:

  • Reconstrucción inmunológica,
  • Ensayos clínicos sobre el cáncer,
  • terapia génica,
  • Modelado embrionario,
  • Experimentos de biotecnología regenerativa.
  1. Clínicas de belleza y antienvejecimiento (mercado gris)

Aquí es donde la similitud con el “rejuvenecimiento” al estilo de Yu Wenhong se vuelve innegable. Las clínicas anuncian servicios que incluyen:

  • extractos placentarios,
  • MSC fetales,
  • exosomas embrionarios,
  • “Inyecciones de factor de juventud.”

La mayoría afirma que sus materiales provienen de placentas, sangre del cordón umbilical o tejido fetal. Pero ¿se obtuvieron estas muestras de forma ética de donantes voluntarios? Experimentos que requieren años de aprobación en el extranjero se llevan a cabo en China bajo una sola frase: «Para promover el desarrollo médico y tecnológico».

Un ajuste de cuentas moral

¿Realmente las células madre hematopoyéticas fetales revierten el envejecimiento? ¿Científicamente? No hay evidencia de que este tratamiento de alto riesgo promueva la juventud y la vitalidad. Sin embargo, comercialmente es extremadamente rentable. Por ello, en China, estos tratamientos se nutren de una vasta reserva de material biológico humano.

Las preguntas más urgentes siguen vigentes:

  • ¿De dónde proceden los fetos?
  • ¿Se están desviando placentas y sangre del cordón umbilical para usos no declarados?
  • ¿Ha cruzado ya el sector biotecnológico chino los límites morales?
  • ¿Están las familias comunes y corrientes alimentando, sin saberlo, una industria de materiales biológicos?

Sin transparencia, cualquier supuesta “terapia de rejuvenecimiento” es simplemente una empresa oscura construida sobre cuerpos humanos, experimentos humanos y un sistema dispuesto a sacrificar la ética en la búsqueda de la juventud para la élite y para llenarse aún más los bolsillos.

Por Chen Jing

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Redacción Mundo Libre
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