Cumbre Biden-Xi Jinping: sería una estrategia del PCCh para sobrepasar la crisis en China, advierte informe del Congreso

La reciente actividad diplomática entre Estados Unidos y la China comunista, incluida la cumbre celebrada el 15 de noviembre en San Francisco entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y su homólogo chino, Xi Jinping, ha centrado la atención pública en las esperanzas de mejora de las tensiones transpacíficas.

Los dos líderes se reunieron por última vez hace casi un año, cuando hablaron «sobre sus respectivas prioridades e intenciones en una serie de asuntos» al margen de la cumbre del G20 en Bali, Indonesia, el 14 de noviembre de 2022.

Las autoridades estadounidenses esperan que la reunión de este año entre Biden y Xi, que tendrá lugar durante la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), suscite una cooperación más estrecha por parte de Beijing en cuestiones como las comunicaciones entre ejércitos y el comercio de fentanilo, que ha generado una fatal crisis de opioides alimentada en gran parte por sustancias químicas de origen chino.

El Partido Comunista Chino (PCCh), por su parte, ha hecho una serie de gestos para mostrar su buena voluntad, aunque los altos mandos advierten a Washington de que no pise las «líneas rojas» del Partido y subrayan que el camino hacia la reconciliación «no será fácil».

Más palabras, pero ninguna acción concreta

Biden dio la bienvenida a Xi en la finca Filoli, una casa de campo y jardines a unos 50 kilómetros al sur de San Francisco. Subrayó la importancia de garantizar que la competencia entre Estados Unidos y China se gestione de forma «responsable» para «no virar hacia el conflicto».

El líder chino, por su parte, dijo en referencia a la relación EE.UU.-China que «no es realista que una parte remodele a la otra, y el conflicto y la confrontación tienen consecuencias insoportables para ambas partes».

Un comunicado de la Casa Blanca dijo que los líderes «mantuvieron una conversación sincera y constructiva sobre una serie de asuntos bilaterales y globales e intercambiaron puntos de vista sobre áreas de diferencia». Biden añadió en un mensaje en X: «Hay retos globales críticos que exigen nuestro liderazgo conjunto. Y hoy hemos hecho verdaderos progresos», afirmó.

Pero aunque los líderes traten de reducir las fricciones, los desacuerdos entre Washington y Beijing no hacen otra cosa que ahondarse a medida que el PCCh persigue su agenda ideológica totalitaria.

En su informe anual 2023, publicado el mismo día de la reunión Xi-Biden, la Comisión para la Revisión de la Economía y la Seguridad entre Estados Unidos y China (USCC, por sus siglas en inglés) observó que, a pesar de los «altibajos a corto plazo de la relación» que preocuparon el debate público durante gran parte del año, «la realidad subyacente era que, en medio de estos altibajos, la rivalidad entre Estados Unidos y China se estaba intensificando».

«Beijing sigue rechazando la cooperación con Estados Unidos en cuestiones fundamentales de seguridad nacional, economía o comercio», reza la introducción del resumen ejecutivo del informe, al mismo tiempo que señala que el régimen comunista no da señales de alterar sus políticas, ni en el interior ni en el exterior».

Retrasar y esperar el cambio

El informe del USCC tiene en cuenta la naturaleza engañosa del régimen chino, observando que, incluso cuando el Partido Comunista tiende una rama de olivo a Washington, ha estado aumentando su fuerza militar y sus tecnologías, endureciendo los controles políticos locales, intensificando la agresión en la región de Asia Oriental y reuniendo un bloque de países autoritarios en un claro desafío al orden global liderado por Estados Unidos.

Según el informe, “China parece ver ahora la diplomacia con Estados Unidos principalmente como una herramienta para anticiparse y retrasar la presión estadounidense durante años”, mientras el PCCh hace frente a los crecientes desafíos económicos y sociales.

Los observadores de la política del PCCh han señalado la propensión del partido a hablar de soluciones diplomáticas o incluso reformistas cuando se enfrenta a turbulencias internas o desafíos externos. Una frase china utilizada para describir la estrategia de Beijing es «retrasar y esperar el cambio» (以拖待變), es decir, ganar tiempo.

A pesar de sus reuniones con países que se oponen a Occidente, como Rusia e Irán, la República Popular China (RPC) se enfrenta a grandes dificultades en su propio país. La USCC señaló que, a pesar de haber eliminado todas sus restricciones «cero-COVID» que mantuvieron a gran parte de China bajo estrictos bloqueos durante tres años, el PCCh no ha experimentado un gran repunte económico.

«Los lazos entre Estados Unidos y China podrían verse influidos el próximo año por los cambios que se produzcan en el interior de China, incluida la posibilidad de que la economía china experimente un profundo desplome. En medio de estas incertidumbres y de las continuas conversaciones sobre «tensiones» y «deshielos» entre Estados Unidos y China, las perspectivas para 2024 son de una continua competencia estratégica y una intensificación de la rivalidad sistémica entre ambos países», reza el informe del USCC.

El informe también recomienda a Estados Unidos que haga frente a las agresiones de la RPC y a los abusos de los derechos humanos, en lugar de limitarse a aceptar la «nueva normalidad» de las «políticas cada vez más endurecidas» del Partido Comunista y «su control cada vez más estricto sobre el pueblo chino».

«Hasta que Beijing no cambie de rumbo, no será posible lograr una auténtica mejora de las relaciones».

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Redacción Mundo Libre
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