Cuando la moda pierde su hilo: de la estética woke a la belleza perdurable

Cuando descubrí la moda progresista, me cautivó. Las audaces promesas de inclusión y progreso social me parecían atractivas. La idea de que la ropa pudiera promover la diversidad e impulsar el cambio me pareció interesante. Las marcas presentaban modelos diversos y campañas éticas. Esto parecía un camino a seguir en la moda.

Sin embargo, a medida que observaba cómo se desarrollaban estos ideales, me invadió una creciente inquietud. Los resultados a menudo chocaban con la retórica. Las divisiones se profundizaron. La estética se resintió. Me confundía la brecha entre la promesa y la realidad. Decidí profundizar. Me embarqué en un viaje para comprender las verdaderas raíces e impacto de la moda progresista. Busqué claridad en un mundo de afirmaciones audaces.

El desenlace

Me sumergí en la investigación para desentrañar los fundamentos de la moda progresista. Rastreé los hilos ideológicos. A través de extensas lecturas y debates, descubrí profundos vínculos con la filosofía marxista. El marxismo aboga por desmantelar los estándares tradicionales de moralidad, belleza y cultura. El objetivo es construir una sociedad utópica.

El marxismo busca alcanzar el comunismo a través del socialismo como mecanismo. Esto ocurre ya sea mediante una revolución violenta, como se vio históricamente en China, o mediante la toma lenta y metódica de las instituciones. La Escuela de Frankfurt, por ejemplo, denominó esta estrategia la «larga marcha a través de las instituciones». Y aunque el comunismo se ha probado en repetidas ocasiones, siempre ha fracasado, a menudo con consecuencias devastadoras.

La Escuela de Frankfurt también dio origen a la «Teoría Crítica». Este marco conceptual dio origen al concepto de «posmodernismo». El posmodernismo es una filosofía que rechaza todos los estándares objetivos. Afirma, en cambio, que todo es subjetivo. Este rechazo a la tradición y la objetividad alimentó directamente el «wokeismo». El wokeismo es una cosmovisión que ahora está muy extendida en la moda actual.

En mi investigación, estudié textos históricos de la Escuela de Frankfurt junto con las tendencias de moda contemporáneas. Observé muchas tendencias interesantes de ambigüedad de género. Los modelos masculinos visten ropa tradicionalmente femenina. Las distinciones de género se difuminan o se vuelven indistinguibles. Las campañas de moda sostenible inundan internet. Irónicamente, cada vez se produce más ropa con materiales sintéticos como el poliéster.

Los acalorados debates sobre la apropiación versus la apreciación cultural eclipsan las discusiones sobre la estética y la artesanía.

Hoy en día, el activismo político y las cuestiones de justicia social parecen primar sobre los valores tradicionales de la moda. Esta constatación me llevó a una pregunta crucial: ¿qué sucede cuando la moda se convierte en un vehículo ideológico en lugar de reflejar la belleza?

El punto de inflexión

El punto de inflexión llegó cuando me di cuenta de algo importante: los ideales de la moda progresista logran justo lo contrario de su propósito original. Actúan como un caballo de Troya que socava la belleza misma. Estas corrientes ideológicas subyacentes no son solo abstractas; se manifiestan en campañas reales con consecuencias reales.

Un ejemplo: la colección Pride 2023 de Target, que desató indignación en todo el país. Los padres descubrieron que incluía ropa que inculcaba temas de adultos, como la sexualidad, en los niños pequeños. La reacción fue tan intensa que Target se vio obligada a retirar algunos artículos de las tiendas. La campaña alejó a sus clientes fieles y fracturó la confianza, demostrando cómo la moda progresista puede sembrar discordia en lugar de armonía.

Desde los años 80, la moda pop y rock también ha experimentado un auge. Los hombres han adoptado cada vez más la ropa femenina. Esto contribuye a un cambio cultural más amplio hacia la feminización de la masculinidad. Este cambio se ha visto amplificado por eslóganes que condenan el patriarcado y definen la masculinidad como algo inherentemente tóxico. Para 2025, las pasarelas mostrarán regularmente a hombres con vestidos, tacones altos y bolsos.

Para el observador casual, podría parecer inofensivo: vivir y dejar vivir. Pero la realidad pinta un panorama más sombrío. Los hombres se acercan menos a las mujeres , las tasas de natalidad están disminuyendo y hay cifras récord de hombres que reportan depresión y dependencia de medicamentos. Muchos ahora recurren a personajes como Jordan Peterson y Andrew Tate en una búsqueda desesperada de significado y dirección.

Mientras tanto, el ambientalismo se ha utilizado como arma para restringir a las pequeñas empresas. Les impone regulaciones onerosas que no pueden permitirse. Las grandes corporaciones se benefician. Un claro ejemplo es el reciente proyecto de ley de California dirigido a la industria de la moda. Una vez aprobados los proyectos de ley, su aplicación a menudo se convierte en una pesadilla burocrática. Esto genera confusión, trámites burocráticos y cargas que afectan a todos.

Al conectar los puntos, empecé a ver el verdadero propósito de la moda. La moda debe perseguir la belleza basada en tradiciones consolidadas.

Una nueva perspectiva

Mi trayectoria me llevó a una perspectiva redefinida. La moda debe arraigarse en la tradición y centrarse en la belleza. Los diseños atemporales tienen un significado cultural y un atractivo duradero que trasciende las modas. Un traje a medida lo ejemplifica. El discreto resurgimiento del lujo de Ralph Lauren, inspirado en Savile Row, lo demuestra. La tradición se basa en ideas probadas, a diferencia de los experimentos arriesgados del progresismo.

Un vestido bien confeccionado, con sus líneas limpias y su tela vibrante, puede elevar tanto a quien lo luce como al espectador. Fomenta la alegría compartida. La belleza en la moda no es frívola. Es un lenguaje universal que nos conecta con la herencia y la humanidad. La moda prioriza la estética y la artesanía. De esta manera, la moda evita las trampas divisorias de las agendas ideológicas. Ofrece, en cambio, algo perdurable y edificante.

Mi viaje comenzó con entusiasmo por las promesas de la moda progresista. Terminó con una apreciación más profunda de la tradición y la belleza. Explorar las raíces marxistas y sus resultados divisivos fue revelador. Esto reveló el verdadero propósito de la moda.

Un regreso a las tradiciones atemporales

La moda se basa fundamentalmente en la belleza y la tradición. Su esencia reside en la búsqueda de la belleza. Esta belleza se basa en tradiciones forjadas a lo largo de 5000 años de historia humana. Estas tradiciones se perfeccionan continuamente, conservando lo que funciona y descartando lo que no. La tradición es sabiduría probada. Eliminar la tradición nos obliga a reinventar la rueda. Esta es una iniciativa innecesaria y potencialmente peligrosa.

La civilización humana se ha vuelto altamente sofisticada precisamente porque nos sustentamos en tradiciones acumuladas. Si descartamos imprudentemente este fundamento, ideas peligrosas pueden arraigarse fácilmente. Esto lleva a la humanidad al caos. La historia nos ha mostrado vívidamente las terribles consecuencias. Países como China, Corea del Norte y Rusia demuestran lo que sucede cuando se desmantelan las tradiciones.

Esto crea oportunidades para que individuos malvados o ávidos de poder exploten la inestabilidad y causen un inmenso sufrimiento.

Cuando la moda honra la belleza y la tradición, enaltece la cultura al celebrar la humanidad y conectar generaciones. Pero cuando la moda se deja secuestrar por la ideología, pierde su esencia y su conexión. Debemos volver a lo que perdura. Esto no significa limitar la creatividad, sino darle raíces.

Por Babak Baniasadi

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Redacción Mundo Libre
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