Crisis alimentaria: El ‘talón de Aquiles’ del régimen comunista chino

China es un país gigantesco con amplia diversidad natural, enormes reservas de agua dulce, tierras fértiles que le permiten todo tipo de cultivos y la producción de animales. Pero también tiene más de 1.400 millones de personas que necesitan alimentarse todos los días. ¿Qué ha hecho y qué está haciendo el régimen comunista chino para garantizar el alimento de sus ciudadanos?

En principio, desde el año 2015 diversos motivos han llevado a China a reducir drásticamente su producción agropecuaria, lo que ha generado temores y disputas sobre su capacidad de garantizar la soberanía alimentaria tan proclamada por el Partido Comunista Chino (PCCh).

Actualmente, el régimen chino no puede satisfacer la demanda de productos alimenticios con producción propia. Para resolver este problema y evitar al menos temporalmente una crisis alimentaria, el país no tiene otra opción que importar grandes volúmenes de granos y acopiar en enormes cantidades. La estrategia del régimen comunista ha llevado a alterar los precios mundiales de los alimentos.

El asunto de la seguridad alimentaria es un tema sensible en la China comunista, donde prevalece el triste recuerdo de la Gran Hambruna que azotó al país entre 1958 y 1962, bajo el fallido programa del Gran Salto Adelante impulsado por el dictador comunista Mao Zedong, que provocó la muerte evitable de decenas de millones de personas.

El asunto de la seguridad alimentaria resulta tan delicado en China, que se ha convertido en un tema que va directamente ligado a la estabilidad política del régimen.

El régimen chino no puede producir la cantidad de alimentos necesarios para abastecer a su población

En las últimas dos décadas China experimentó un crecimiento económico exponencial hasta convertirse, según sus propios datos, en la segunda economía mundial. El desarrollo, aunque desigual, trajo aparejado un aumento considerable en la demanda de productos alimenticios. Demanda que el régimen chino no podría abastecer si no fuese por las multimillonarias importaciones que diariamente ingresan en los puertos de todo el país.

El asunto de la soberanía alimentaria ha sido, bajo el régimen chino, un asunto de estado. Si bien en sus discursos siempre se lo destacó como un estandarte del comunismo, la realidad es que siempre significó un escollo para sus líderes quienes se vieron muchas veces cuestionados por no resolver el asunto correctamente.

Según indica un informe de la revista Nature, el valor de las importaciones de productos agrícolas ha aumentado un 78 por ciento en dólares en los últimos 20 años, también aumentaron considerablemente las importaciones de carne vacuna y de cerdo, evidenciando la fuerte dependencia del mercado internacional por parte del régimen chino para lograr alimentar a sus ciudadanos.

En un mundo turbulento como producto de una pandemia sin precedentes que paralizó la economía mundial, sumado a la tensión creciente entre varias potencias que ponen en riesgo la paz mundial, garantizar la seguridad alimentaria se ha convertido en una prioridad política cada vez más crucial para la nueva estrategia de desarrollo de Beijing.

El propio líder Xi Jinping ha dicho que “el tazón de arroz de China debe mantenerse firmemente en manos chinas”, demostrando el interés y preocupación que tiene el régimen por garantizar el alimento de sus ciudadanos, a sabiendas que es un pilar fundamental para la estabilidad del poder del PCCh.

Ahora bien, la pregunta que se hacen los especialistas es ¿por qué China no logra la autonomía alimentaria a pesar de poseer el 10 por ciento de la tierra cultivable del mundo, una de las reservas de agua dulce más importantes, una enorme masa de mano de obra y la tecnología suficiente y a disposición para ser aplicada?

No existe una respuesta simple ni única. En principio se pueden identificar varios inconvenientes, en su mayoría producto de la corrupción, ambición y torpeza de las políticas del PCCh para tratar la problemática. 

La tierra cultivable está siendo en gran parte arruinada, tanto por haberla contaminado tras utilizarla para fines industriales como por los polémicos desarrollos inmobiliarios, muchos de ellos fraudulentos e innecesarios.

La peste porcina de 2019/2020, destruyó ese sector productivo y fue uno de las principales causantes del aumento exponencial de las importaciones de cerdo desde aquel momento hasta la actualidad.

Paralelamente, las inundaciones y sequías de miles de hectáreas de tierras fértiles las han arruinado por completo, en mayor medida debido al mal o excesivo uso de las más de 20 mil represas existentes en China.

Represas: El principal enemigo de la producción agropecuaria en China

Las fuertes sequías e inundaciones en las zonas rurales de China han sido sin duda una de las principales causas que limitaron en el país asiático la producción general de alimentos durante los últimos años.

Rápidamente el régimen chino culpó al cambio climático por los desastres ambientales que eliminaron las cosechas, mataron animales o simplemente arruinaron por completo suelos que anteriormente habían sido fértiles.

Sin embargo, la evidencia muestra que más allá del cambio climático existe un factor determinante que viene provocando caos en las zonas productivas rurales; más de 20 mil represas creadas por el régimen chino en lo alto de las montañas, están modificando drásticamente el cauce de los ríos, provocando sequías en el período húmedo e inundaciones en el período seco.

Un estudio publicado por Eyes on Earth en 2020, utiliza evidencia objetiva de medidores de caudales de ríos y procesos de detección remota para confirmar definitivamente las preocupaciones de larga data que indican que la degradación de los suelos está relacionada en gran parte con la política de gestión del agua de China.

El informe confirmó que durante la estación seca, el régimen chino estaba liberando de golpe el agua que había retenido en las represas durante la estación húmeda para producir energía hidroeléctrica. En consecuencia se generan fuertes inundaciones y por tanto un desequilibrio anti natural que afecta no solo a las provincias agropecuarias chinas, sino también a todos los países vecinos que se encuentran río abajo.

Al contrario, durante la temporada húmeda todas estas regiones habían presentado fuertes sequías a pesar de que los registros indican niveles normales de precipitaciones y deshielo, justamente porque las autoridades del régimen decidieron bloquear el normal flujo de agua en las miles de represas, impidiendo que llegue normalmente a las zonas de menor altitud.

El régimen chino trata los datos sobre el flujo de agua y las operaciones hidroeléctricas como un secreto de estado. Esta falta de transparencia permitió a China establecer una narrativa de víctima argumentando que el cambio climático y los desastres naturales son el causante de la incapacidad de producir la cantidad de alimentos necesaria.

Proyectos urbanos innecesarios en tierras cultivables

Otro factor que está provocando un impedimento a la capacidad de China de producir sus propios alimentos es la falta de tierras cultivables. Y aquí se encuentra otra problemática asociada a la mala gestión y corrupción del PCCh a la hora de realizar negocios y generar dinero.

Actualmente China está padeciendo una crisis inmobiliaria sin precedentes, la cual está afectando no solo el sistema financiero chino sino también está generando impactos en las bolsas del mundo.

La llamada “burbuja inmobiliaria” en China es producto de que durante años el aumento constante de los precios inmobiliarios llevaron a que el sector financiero invierta en el rubro de la construcción. De este modo surgieron enormes empresas inmobiliarias como Evergrande, las cuales construyeron sin detenerse no solo grandes edificios, estadios y viviendas, sino ciudades enteras financiadas por inversores nacionales y extranjeros tentados por la rentabilidad del artificial negocio de la venta de bienes inmuebles. 

Luego, en un determinado momento, el pico de la demanda comenzó a caer, mientras que la oferta siguió aumentando. Cuando eso sucede, la burbuja estalla. Y esto es exactamente lo que está pasando hoy en China.

Paralelamente a la crisis financiera que enfrenta el régimen, se generó otro problema no menor. Según recientes informes China tiene más de 65 millones de casas vacías en este momento dando lugar a cientos de “ciudades fantasma”, reportó la revista Business Insider en octubre de 2021. La sumatoria de estas viviendas es suficiente para albergar a toda la población de Francia.

¿Cuál es la relación entre la crisis inmobiliaria, las ciudades fantasma y la producción de alimentos? Tanto la construcción de ciudades fantasma, como el crecimiento desmedido de otras ciudades ya existentes han contaminado o directamente se han desarrollado en regiones de suelos productivos, los cuales hoy ya no pueden ser utilizados para la producción agropecuaria y ni siquiera sirven para alojar gente. 

En resumen, el contradictorio régimen comunista chino hoy es responsable de poseer millones de habitantes pobres viviendo en pésimas condiciones en zonas rurales, por otro lado ha fomentado el desarrollo de ciudades lujosas prácticamente vacías en regiones con suelos productivos que ahora son inutilizables como resultado de un crecimiento urbano artificial basado en las especulaciones. Paralelamente posee un enorme problema de incapacidad para generar materias primas para alimentos, en parte por la carencia de tierras cultivables.

Crisis del cerdo por la peste porcina africana

China es el mayor consumidor y productor de carne de cerdo del mundo, pero durante el año 2018 la peste porcina africana ingresó e hizo desastres. Las políticas sanitarias del régimen para combatir la enfermedad no fueron efectivas y en consecuencia, cerca de la mitad de los cerdos destinados al consumo humano murieron por el virus o fueron sacrificados, reportó el New York Times.

Por lógica, las importaciones de carne de cerdo aumentaron considerablemente cómo así también lo hizo su precio.

Ya han pasado más de tres años desde la llegada de la peste a China, pero la solución aún no ha llegado y la problemática continúa vigente. Sin ir más lejos, en marzo de 2021 las nuevas cepas de la peste porcina llevaron a que las importaciones de cerdo desde China llegaran a las 460 mil toneladas en un solo mes, marcando un récord histórico. 

La consecuencia directa del aumento de precios es que los chinos eliminaron o redujeron considerablemente su consumo de carne. Paralelamente a la cuestión del precio, se manifiesta nuevamente la dependencia que tiene el régimen de los países extranjeros para poder ofrecerles carne de calidad a sus ciudadanos. 

Impacto en la economía mundial por las importaciones chinas de alimentos 

Las importaciones desmedidas de cereales básicos por parte del régimen chino tiene un impacto inmediato en el resto del mundo. 

China posee cerca del 20 por ciento de la población mundial, y posee en stock más de la mitad del maíz, arroz y trigo del mundo. Y a pesar de ser un gran productor de maíz, soja y trigo, las importaciones de estos productos durante los últimos cinco años no cesaron de crecer entre dos y doce veces, lo que debería sobrar para alimentar a sus 1400 millones de habitantes.

China ha más que duplicado sus existencias finales de productos cerealeros en los últimos 10 años, y si bien debido a la desinformación del régimen chino no es posible saber a ciencia cierta las cantidades importadas y mucho menos el fin que tienen, queda en evidencia su dependencia del mercado externo, como así también el impacto que genera en el mercado mundial.

El acaparamiento de cereales en China es sin duda un factor en el reciente aumento de los precios de los cereales y los alimentos. Hay una delgada línea entre un país que asegura un suministro adecuado de granos para alimentar a su gente y uno que acumula cantidades excesivas de granos en un mundo donde la demanda es alta y la oferta es limitada

Esta situación plantea un escenario sumamente complejo, por un lado el régimen chino debido a que es el principal importador de productos cerealeros del mundo tiene el poder de imponer los precios de mercado para su beneficio con mucha facilidad. Paralelamente, al depender de estas importaciones para alimentar a su población ha demostrado una enorme debilidad en este aspecto no menor de su estructura geopolítica. 

Obviamente el régimen es consciente de lo grave de esta dependencia, e intentará hacer lo que sea necesario para revertir la situación de debilidad. En principio la ampliación del proyecto la Franja y la Ruta tiene como objetivo, en parte, diversificar a sus proveedores de granos y otros productos esenciales para limitar la dependencia en pocos países productores. 

Alimentos tóxicos en china y su relación con la crisis alimentaria

Las denuncias que indican graves casos de toxicidad en la industria alimentaria de China son cada vez más abundantes, perversos y perjudiciales para la salud. El asunto de los alimentos tóxicos salió a la luz hace más de una década y es cada vez más frecuente en la China comunista. 

El origen de estos casos tiene varias causas, pero en parte está directamente ligado al asunto de la soberanía alimentaria; a la necesidad de reducir costos, al faltante de materias primas y la consecuente necesidad de reemplazar productos naturales con insumos químicos. 

Tan alarmante es la situación con los alimentos tóxicos que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) advirtió a los atletas que participaron de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 en Beijing que «tengan extrema precaución» al comer carne en China, ya que es probable que esté contaminada con el Clenbuterol esteroide, a menudo llamado «polvo de carne magra», reportó el South China Morning Post.

Un estudio publicado en 2015 asegura que el Clenbuterol se ha agregado a la alimentación animal durante décadas en China para inducir el aumento de peso y aumentar la proporción de músculo a grasa, principalmente en la cría de cerdos.

Las denuncias también reportaron cientos de miles de bebés con patologías graves producto de haber sido alimentados con leche en polvo y fórmulas contaminadas con proteínas tóxicas.

En 2011, medios estatales chinos informaron que 17 fabricantes de fideos en la ciudad de Dongguan, provincia de Guangdong, presuntamente habían incluido tintas industriales y cera de parafina en la fabricación de fideos normalmente hechos con batatas para reducir los costos.

En 2013, un video de Radio Free Asia se volvió viral y mostraba con detalles insoportables la forma en que se hace el aceite de cocina a partir de la basura. Como describió el Washington Post :

“Hombres y mujeres emprendedores revisan basureros, cunetas y hasta alcantarillas, sacando basura líquida o sólida que contenga aceite usado o partes de animales. Luego lo procesan para convertirlo en aceite de cocina, que venden a precios inferiores a los del mercado a los vendedores de alimentos que lo utilizan para cocinar alimentos que pueden enfermarlo gravemente”.

El régimen comunista es consciente de esta situación, a tal punto que existen denuncias que indican que la élite del partido consume alimentos de privilegio producidos exclusivamente para ellos con materias primas seleccionadas.

Los Angeles Times publicó un informe titulado “En China, lo que comes dice quién eres”, en el que describe las granjas orgánicas y fábricas exclusivas que forman parte del sistema alimentario paralelo encargado de alimentar con calidad a la élite del PCCh. 

Dado que los funcionarios chinos de alto rango están exentos de alimentos contaminados, resulta menos probable que se preocupen por la calidad de los alimentos que consume el pueblo chino. Por lo tanto las inspecciones de seguridad alimentaria posiblemente se vuelvan ineficaces debido al desinterés y corrupción de los funcionarios.

Xi Jinping reconoce la problemática de la seguridad alimentaria y toma acciones drásticas

Como se mencionó anteriormente, la seguridad alimentaria es un asunto sumamente sensible en China y está directamente ligado a la estabilidad política de sus líderes. Xi Jinping, aunque sin asumir responsabilidades, demostró en reiteradas ocasiones su preocupación por el asunto e incluso llevó a cabo acciones concretas para combatir el problema.

En este contexto el líder chino calificó la cantidad desperdiciada de alimentos como «impactante y angustiosa», lo que lo llevó en agosto de 2020 a imponer la llamada “Campaña Plato Limpio”, a través de la cual el régimen comenzó a “concientizar” a la población sobre el asunto del desperdicio de comida y limitar la cantidad de venta de alimentos en restaurantes y servicios de catering y otras polémicas medidas que supuestamente limitarían el “consumo excesivo” y los desperdicios. 

Un proyecto de ley de 32 páginas presentado en diciembre de 2020 incluye un artículo que solicita a los restaurantes que utilicen tecnología de vigilancia para controlar el consumo excesivo de alimentos por parte de los comensales. Y detalla la aplicación de severas multas a cualquier servicio gastronómico ​​​​que se considere que promueva comer en exceso. 

Los funcionarios de Shanghái alentaron a los ciudadanos a informarse unos a otros si veían que se desperdiciaban alimentos. En la provincia de Heilongjiang, se informó que se instalaron cámaras de vigilancia en un distrito para monitorear las sobras de los trabajadores en un “sistema de exposición al desperdicio de alimentos”. Cualquier trabajador que sea sorprendido tirando restos de comida en tres oportunidades se lo avergonzaría al reproducir sus imágenes en las pantallas de televisión de los comedores, reportó South China Morning Post (SCMP).

Ante estas iniciativas se despertó una lógica inquietud en la población, alimentada por el temor a la llegada de una nueva crisis alimentaria potenciada por la pandemia del coronavirus de Wuhan. 

Si bien los medios de propaganda del régimen intentaron apaciguar los ánimos restando importancia a lo que llamaron «exageración mediática», fue difícil revertir el temor de la sociedad luego de que el propio Xi Xinping dijera que China debe:”mantener una sensación de crisis sobre la seguridad alimentaria».

Otra estrategia evidente para evitar una inminente crisis alimentaria, aunque no admitida por el régimen, es el constante acopio de cereales y otras materias primas importadas.

Ya en 1990, el régimen chino decidió establecer reservas nacionales de granos y ahora ha creado un sistema que coordina las reservas estatales centrales con las reservas locales, de este modo logra complementar los inventarios gubernamentales y corporativos entre sí para llevar un mayor control sobre la cantidad de alimento disponible.

Además, las autoridades introdujeron en 2015 un mecanismo de rendición de cuentas combinado con criterios de evaluación detallados para exigir que todos los gobernadores provinciales asuman la plena responsabilidad de la seguridad alimentaria local.

Según estimó la oficina del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, las importaciones de maíz de China para el año comercial 2020-21 alcanzaron un récord de 28 millones de toneladas debido a la «continua demanda de alimentos y un déficit de suministro que respalda la reposición de reservas».

Junto con el maíz también aumentó considerablemente la importación de soja y otros cereales, buscando de este modo compensar la escasez de granos básicos como el trigo y el arroz.

Queda demostrado que el régimen chino posee una gran debilidad en su estrategia de dominación y expansión mundial, que es justamente su gran dependencia de países extranjeros para poder alimentar a sus millones de ciudadanos. También se demostró que esta debilidad no es producto de que China no haya tenido las condiciones para producir los alimentos necesarios, sino que fueron las políticas y malas decisiones implementadas por el PCCh respecto a varias cuestiones que hoy impiden que tenga la capacidad de producción adecuada.

Por Andrés Vacca

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