China intensifica control sobre la religión mientras refuerza su agenda comunista en las iglesias

En un nuevo y alarmante avance hacia el control totalitario, el régimen comunista chino ha ordenado a las comunidades cristianas y católicas del país estudiar el pensamiento del presidente Xi Jinping sobre el “socialismo con características chinas”, como parte de una estrategia más amplia de “gobernanza rigurosa de la religión”.

La directiva fue presentada en una carta de “saludo navideño” emitida el 23 de diciembre por la Administración Estatal para Asuntos Religiosos y publicada a través de la Asociación Católica Patriótica China (CCPA), la iglesia estatal aprobada por el régimen. La carta, que describe los planes religiosos para 2025, refleja cómo el Partido Comunista Chino (PCCh) continúa subordinando la fe a los intereses ideológicos del Estado.

El control absoluto bajo la “sinización”

El régimen chino elogió la supuesta alineación de las comunidades religiosas con las políticas del Partido durante el último año, destacando su implementación de la “sinización” de la religión, un proceso diseñado para asimilar las prácticas religiosas al discurso comunista y someterlas al control estatal.

Bajo este modelo, los líderes religiosos de las iglesias estatales están obligados a adherirse a principios de “independencia y autonomía” que, en la práctica, significan lealtad total al Partido Comunista. Las directrices para 2025 incluyen promover los “valores fundamentales socialistas”, impulsar la cultura china y someter a las religiones a una gobernanza estricta.

Además, el gobierno ha instruido a las comunidades religiosas a estudiar a fondo el pensamiento socialista de Xi Jinping, especialmente su enfoque sobre el trabajo religioso, mientras se asegura de que los líderes eclesiásticos sigan promoviendo la agenda del Partido en todos los niveles.

La complicidad del Vaticano y el aumento de la persecución

La relación entre el Vaticano y el régimen chino se encuentra en un punto crítico tras la renovación del polémico acuerdo secreto entre ambas partes en octubre pasado. Este pacto, que otorga al PCCh la potestad de nombrar obispos en China con un supuesto veto papal, ha sido descrito por el cardenal Joseph Zen como una “increíble traición” a los católicos chinos.

Desde la firma del acuerdo en 2018, las denuncias de persecución religiosa han aumentado de manera significativa. Informes de organizaciones como AsiaNews y la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China de Estados Unidos han documentado casos de detenciones, torturas y desapariciones de obispos y fieles que se niegan a alinearse con la iglesia controlada por el Estado.

En Hong Kong, las políticas de sinización también han comenzado a erosionar la autonomía religiosa. Según un informe reciente de la Fundación Comité para la Libertad en Hong Kong, la sinización no solo implica el control directo de las comunidades religiosas, sino también la supresión activa de información sobre la persecución que sufren los fieles.

La tragedia de la “venta” de la fe

Mientras el Vaticano insiste en que el diálogo con Beijing avanza “poco a poco”, los hechos en terreno narran una historia diferente. La iglesia subterránea, fiel a Roma, ha sido marginada y abandonada, mientras que la iglesia estatal continúa consolidando su posición como una herramienta de propaganda comunista.

Las órdenes del régimen de Xi Jinping para subyugar aún más las creencias religiosas son un recordatorio inquietante del verdadero carácter del Partido Comunista Chino: un régimen dispuesto a destruir cualquier cosa que represente una amenaza para su poder absoluto, incluidas las profundas raíces espirituales y culturales de la fe.

Es hora de que la comunidad internacional, y especialmente el Vaticano, revisen su enfoque hacia Beijing y den prioridad a la defensa de los derechos fundamentales de los creyentes en China, en lugar de permitir que el PCCh utilice la religión como otro brazo de su opresión totalitaria.