China: colapsa un puente de 758 metros recientemente inaugurado en Sichuan y crecen las dudas sobre la seguridad de las obras del régimen
Los proyectos de construcción de China son conocidos por su rapidez, pero también por su precariedad.

Un puente de 758 metros de longitud, inaugurado hace apenas unos meses en la provincia china de Sichuan, se derrumbó parcialmente este lunes tras un masivo deslizamiento de tierra. El incidente, registrado en video y difundido rápidamente en redes sociales, no dejó víctimas mortales, pero ha reavivado las críticas sobre la calidad y seguridad de las infraestructuras construidas bajo el régimen comunista chino.
Un símbolo del «desarrollo» que terminó en ruinas
El Puente Hongqi, también conocido como Puente Rojo, formaba parte de un ambicioso proyecto de infraestructura destinado a mejorar la conectividad en las zonas montañosas del suroeste del país. La obra, ejecutada por la empresa estatal Sichuan Road & Bridge Group, integraba la autopista nacional G317, una vía estratégica que conecta el interior de China con el Tíbet.
Según informaron las autoridades locales, el derrumbe se produjo luego de que una serie de grietas en la ladera cercana —posiblemente agravadas por la acumulación de agua del embalse de la Estación Hidroeléctrica de Shuangjiangkou— provocara el colapso de unos 130 metros del puente y 260 metros de carretera adyacente.
Alertas ignoradas antes del desastre
El lunes, inspectores locales habían detectado deformaciones en la ladera y grietas en la calzada, lo que llevó a cerrar el puente de manera preventiva. Sin embargo, un día después, las condiciones geológicas empeoraron abruptamente, generando el deslizamiento de tierra que terminó por arrasar con la estructura.
La sección colapsada cayó sobre el río que atraviesa el valle, levantando una densa nube de polvo y dejando imágenes impactantes que hoy circulan por toda China.
Aunque no se registraron víctimas, el incidente representa un duro golpe para la narrativa oficial de Pekín sobre su “modelo de infraestructura moderna y segura”. Ingenieros y ciudadanos en redes sociales cuestionaron si los proyectos estatales priorizan los plazos políticos y propagandísticos por encima de las normas de seguridad y supervisión técnica.
Otro accidente reciente alimenta las sospechas
Este no es el primer incidente que pone en entredicho la calidad de las construcciones chinas. En agosto, al menos diez trabajadores murieron tras la ruptura de un cable de acero en el Puente de Jianzha, una megaobra ferroviaria en construcción sobre el río Amarillo, en el noroeste del país.
La televisión estatal CCTV mostró el momento en que la sección central del arco cedía repentinamente, mientras la agencia Xinhua reconoció que el colapso se debió a una falla estructural en un cable de acero.
El puente de Jianzha —el más largo del mundo en su tipo— fue presentado como un logro de la ingeniería nacional, pero el accidente, sumado al reciente colapso en Sichuan, ha aumentado la desconfianza pública hacia las empresas constructoras estatales, que suelen operar bajo contratos cerrados, sin supervisión independiente ni auditorías internacionales.
Asimismo, existen numerosas denuncias de que se han producido muchos edificios conocidos como proyectos tofu-dreg. Se trata de proyectos en los que se ha alterado el diseño, se han hecho recortes o se han utilizado materiales de calidad inferior.
Señales de un problema sistémico
Expertos consultados por medios independientes señalaron que estos incidentes reflejan un problema estructural en el modelo de desarrollo chino: la combinación de presiones políticas, falta de transparencia y corrupción en el proceso de adjudicación de obras públicas.
Aunque Pekín insiste en que se trata de “accidentes geológicos imprevisibles”, los críticos aseguran que los deslizamientos y fallas estructurales se han vuelto demasiado frecuentes como para atribuirlos solo a causas naturales.
El colapso del Puente Hongqi se suma a una larga lista de tragedias en la infraestructura moderna de China y refuerza la creciente percepción de que, bajo el brillo del “milagro económico”, las grietas del sistema comunista también se reflejan en su concreto.








