China busca un mega-puerto en Chile para desafiar el control de EE.UU. sobre el comercio en el Hemisferio Occidental

Un ambicioso proyecto portuario en Chile podría transformar el comercio global y redefinir la geopolítica en América del Sur. CopiaPort-E, un mega-puerto de aguas profundas ubicado en la península de Punta Cachos, en el desierto de Atacama, ha captado la atención de China como una herramienta estratégica para consolidar su influencia en el hemisferio occidental y reducir su dependencia del Canal de Panamá, controlado por Estados Unidos.
Este proyecto no solo tiene implicaciones comerciales, sino también militares, lo que lo convierte en un punto crítico en la rivalidad entre las dos superpotencias.
Un puerto con ventajas únicas
CopiaPort-E se destaca por su ubicación privilegiada y características naturales excepcionales. Situado en la costa del Pacífico, cuenta con un rompeolas natural de 8 kilómetros y profundidades de lecho marino superiores a 30 metros, lo que elimina la necesidad de dragado. Estas condiciones permiten la operación de superpetroleros CHINAMAX y CAPESIZE, capaces de transportar un 80% más de carga que los buques estándar, pero que no pueden transitar por los canales de Panamá o Suez debido a su tamaño.
Además, su conexión directa con la Carretera Panamericana facilita el acceso terrestre hacia Brasil y Argentina, posicionando al puerto como un potencial centro logístico transcontinental que conecte los océanos Pacífico y Atlántico de manera eficiente.
La Estrategia China en América del Sur
El interés de China en CopiaPort-E se enmarca en su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), un plan global para expandir su influencia mediante inversiones en infraestructura estratégica. Durante años, el Banco Mundial, la UNESCO y el Partido Comunista Chino han identificado esta península como un punto clave para la BRI en América del Sur. Si China logra controlar CopiaPort-E, podría no solo dominar el comercio regional, sino también establecer una cabeza de playa estratégica en el hemisferio occidental, cerca de las fronteras de Estados Unidos.
A través de la ‘Iniciativa Una Franja, Una Ruta’, el régimen chino busca asegurarse sectores estratégicos clave para su propia supervivencia.
De esta forma, el régimen totalitario chino se aprovecha de la necesidad de países asfixiados financieramente. No es casualidad que muchos de sus préstamos hayan ido a países africanos, latinoamericanos y de Medio Oriente, considerados deudores de alto riesgo.
El impacto de este nuevo puerto sería significativo. Al evitar el Canal de Panamá, China reduciría costos y tiempos de transporte para sus exportaciones e importaciones. Además, la profundidad del puerto permite el acceso de submarinos nucleares, portaaviones y buques de guerra, lo que plantea preocupaciones sobre un posible uso militar. Esto representa una amenaza potencial para la seguridad nacional de Estados Unidos y sus aliados en la región.
Sin embargo, la posible participación china genera inquietudes. La estrategia de Beijing en América Latina ha incluido tácticas controvertidas, como sobornos para asegurar contratos de infraestructura, como se ha visto en países como El Salvador, Bolivia y Ecuador. Esto plantea interrogantes sobre la transparencia y las implicaciones a largo plazo de un acuerdo con China para un proyecto de esta magnitud.
La respuesta de Estados Unidos
Estados Unidos observa con preocupación el avance chino en América del Sur. La administración de Donald Trump ha tomado medidas para contrarrestar esta influencia, como la adquisición por parte de BlackRock de puertos clave en Panamá. En el caso de CopiaPort-E, expertos como Jerome Corsi instan a EE.UU. a asegurar los derechos del proyecto antes de que China lo haga. Si no actúa rápidamente, Estados Unidos podría perder influencia en su propio hemisferio, permitiendo que China consolide una posición estratégica en el comercio y la logística regional.
CopiaPort-E no es solo un puerto; es una puerta continental que podría redefinir el equilibrio de poder en el hemisferio occidental. Si China logra controlarlo, transformaría las rutas comerciales y establecería un punto de apoyo estratégico que desafiaría directamente los intereses de EE.UU. Por el contrario, si Estados Unidos actúa con rapidez, podría convertir este proyecto en una oportunidad para reforzar su liderazgo en América del Sur.
El futuro de CopiaPort-E sigue siendo incierto, pero su importancia es innegable. Este puerto en el desierto de Atacama podría convertirse en el próximo campo de batalla de una guerra económica y estratégica que definirá el siglo XXI. Chile, atrapado en esta rivalidad global, deberá tomar decisiones cuidadosas para proteger sus intereses nacionales mientras aprovecha las oportunidades que este proyecto ofrece.