Censura en Brasil: El humorista Leo Lins es condenado a 8 años de prisión por «discursos prejuiciosos»

El 3 de junio, la 3ª Vara Criminal Federal de São Paulo condenó al humorista brasileño Leo Lins a ocho años y tres meses de prisión por “discursos prejuiciosos” en su espectáculo de stand-up Perturbador de 2022, desatando una ola de críticas entre quienes ven en esta sentencia un ataque directo a la libertad de expresión.

La jueza Barbara de Lima Iseppi argumentó que las presentaciones de Lins fomentan “violencia verbal” e “intolerancia”, desestimando el concepto de animus jocandi (intención de hacer reír), que históricamente protege el humor como expresión artística.

La pena, comparable a delitos graves como el tráfico de drogas, incluye el pago de una multa y una indemnización por daños morales, según reportó G1 el 4 de junio.

Este caso, lejos de ser aislado, refleja un preocupante avance autoritario en Brasil bajo el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

La condena de Lins se basa en el artículo 20 de la Ley del Racismo, que penaliza la práctica o incitación a la discriminación por raza, color, etnia, religión o procedencia, y el artículo 88 del Estatuto de la Persona con Discapacidad, que castiga la discriminación por discapacidad.

Según la sentencia, las bromas de Lins en Perturbador atacaron a minorías y grupos sociales, lo que la jueza consideró incompatible con la “dignidad de la persona humana”.

Sin embargo, la defensa del humorista, liderada por su abogado, sostiene que no hubo intención de ofender, sino de provocar risas a través de un personaje ficticio, como explicó Lins en una transmisión en vivo por YouTube el 5 de junio: “Un humorista en el palco interpreta un personaje. […] Estar de acuerdo con la frase es firmar un certificado de que somos adultos infantiles sin capacidad de discernir lo que está bien o mal”.

El caso ha generado división en Brasil. Humoristas como Danilo Gentili, Antonio Tabet y Maurício Meirelles han defendido el derecho de Lins a hacer humor sin restricciones, mientras que figuras como el actor Pedro Cardoso y la comediante Bruna Braga apoyan la condena, argumentando que las bromas discriminatorias no deben ampararse en la libertad de expresión.

La sentencia contra Lins no es un hecho aislado, sino parte de un patrón de restricciones a la libertad de expresión en Brasil así como en otros países gobernados por regímenes autoritarios de izquierda en la región.

En 2018, el comediante venezolano Juan Carlos “El Gato” Hernández fue detenido en Venezuela por un sketch que ridiculizaba al régimen de Nicolás Maduro, acusado de “incitación al odio”.

En Cuba, Ángel Santiesteban fue condenado en 2013 a cinco años de prisión por “desacato” y “propaganda antigubernamental” debido a su humor crítico.

El contexto político en Brasil agrava las preocupaciones. Desde el regreso de Lula da Silva al poder en 2023, se han intensificado las medidas contra la disidencia, lideradas por figuras como el magistrado Alexandre de Moraes del Supremo Tribunal Federal (STF).

Moraes ha sido señalado por ordenar bloqueos de cuentas en redes sociales y arrestos de opositores, justificándolos como lucha contra la “desinformación”.

En mayo, el secretario de Estado de EE. UU. Marco Rubio confirmó en una audiencia en el Congreso de su país que se evaluaba sancionar a Moraes bajo la Ley Global Magnitsky por violaciones a los derechos humanos, como la censura.

La severidad de la pena impuesta a Lins —ocho años y tres meses en régimen cerrado— ha sido comparada con castigos por delitos graves, lo que muchos consideran desproporcionado. La defensa planea apelar, y el caso podría llegar al Supremo Tribunal Federal.

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Miguel Díaz
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