Brasil enfrenta un déficit fiscal histórico bajo la administración de Lula da Silva

Brasil enfrenta actualmente uno de los déficits fiscales más altos de su historia. Según datos del Banco Central, en los doce meses hasta octubre de 2024, el déficit de las cuentas públicas alcanzó 1,09 billones de reales, equivalentes al 9,52% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Este incremento en el déficit fiscal se atribuye en gran medida al aumento del gasto público bajo la administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Desde su asunción, el gobierno ha priorizado programas sociales y proyectos de infraestructura, lo que ha llevado a un incremento significativo en el gasto gubernamental. Además, la eliminación del techo de gasto público ha permitido un mayor desembolso de recursos, contribuyendo al desequilibrio fiscal.

En contraste, durante la gestión de su antecesor, Jair Bolsonaro, las finanzas públicas mostraron mayor equilibrio. Al finalizar su mandato, el gobierno de Bolsonaro dejó un superávit primario, que posteriormente se transformó en un déficit del 0,92% del PIB hacia finales de septiembre de 2023 bajo la nueva administración.

La rápida expansión del déficit, que se encuentra al borde de los dos dígitos, ha generado inquietud en los mercados financieros. El real brasileño ha experimentado una depreciación significativa frente al dólar estadounidense, y las tasas de interés han aumentado, reflejando la desconfianza de los inversores en la sostenibilidad fiscal del país.

En respuesta a esta situación, el gobierno de Lula ha anunciado medidas para controlar el gasto público. En noviembre de 2024, se implementaron recortes por un total de 19,3 mil millones de reales para cumplir con las reglas fiscales establecidas.

Sin embargo, estas medidas han sido consideradas insuficientes por analistas, quienes señalan que se requieren reformas estructurales más profundas para estabilizar las finanzas públicas.

El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, ha defendido las políticas fiscales del gobierno, argumentando que el aumento del gasto es necesario para impulsar el crecimiento económico y reducir la desigualdad. No obstante, ha reconocido la necesidad de ajustes adicionales y ha indicado que se están considerando nuevas medidas para mejorar la situación fiscal.

A pesar de los desafíos fiscales, la economía brasileña ha mostrado signos de resiliencia. Se espera que el PIB crezca por encima del 3% en 2024, y la tasa de desempleo ha disminuido a niveles históricamente bajos.

Sin embargo, los expertos advierten que, sin un control efectivo del déficit, estos logros podrían ser insostenibles a largo plazo.

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Miguel Díaz
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