Biden restringe inversiones de EE. UU. en tecnologías chinas
El 9 de agosto, el presidente de EE. UU., Joe Biden, firmó una orden ejecutiva que restringe las inversiones de EE. UU. en los sectores de semiconductores y microelectrónica, tecnologías de información cuántica e inteligencia artificial (IA) de China, lo que enfureció a la nación comunista.
“La Administración Biden se compromete a mantener a Estados Unidos a salvo y defender la seguridad nacional de Estados Unidos a través de tecnologías de protección adecuadas que son fundamentales para la próxima generación de innovación militar”, dijo el Departamento del Tesoro en un comunicado.
Las autoridades chinas arremetieron de inmediato y dijeron que la orden “perturba gravemente la seguridad de las cadenas industriales y de suministro mundiales”, pero no llegaron a tomar represalias concretas, sino que dijeron que China “se reserva el derecho” de responder adecuadamente.
Los ministerios de Comercio y Relaciones Exteriores de China también emitieron declaraciones criticando la orden.
Según una traducción de CNBC, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China dijo en un comunicado: “China está muy insatisfecha y se opone resueltamente a la insistencia de EE. UU.”.
El embajador de China en Washington, Liu Pengyu, criticó la orden y dijo a CNBC: “Las últimas restricciones de inversión socavarán gravemente los intereses de las empresas e inversores chinos y estadounidenses, obstaculizarán la cooperación comercial normal entre los dos países y disminuirán la confianza de la comunidad internacional en el entorno empresarial de EE. UU.”, agregó que Beijing monitoreará la situación y pidió a Biden que deje de intentar “detener el desarrollo económico chino”.
LEE MÁS: Empresa francesa contrabandeó chips militares a China y Rusia, alega investigación
Guerra tecnológica en toda regla
La orden ejecutiva de Biden es solo la última de una serie de acciones destinadas a redefinir las relaciones de Estados Unidos con China en lo que respecta a la tecnología, y coloca a las dos naciones firmemente en el ámbito de una guerra tecnológica en toda regla.
Muchos apuntan a los aranceles de la era Trump como el catalizador del conflicto. El 6 de julio de 2018, Trump impuso un arancel del 25% sobre importaciones chinas por un valor de 34.000 millones de dólares estadounidenses, diciendo que Estados Unidos tenía que “reequilibrar” el creciente déficit comercial con China.
A esto le siguieron más aranceles tanto en 2018 como en 2019 y, en octubre de 2022, EE. UU. promulgó un nuevo conjunto de controles de exportación que, según muchos, fueron diseñados para paralizar el progreso futuro de China en el campo de la inteligencia artificial.
Los controles de exportación dificultan el acceso de China al hardware de chips informáticos necesario para las aplicaciones de IA.
En marzo de 2023, los aliados de EE. UU., Japón y los Países Bajos, implementaron controles de exportación, dirigidos a China, en equipos de fabricación de semiconductores avanzados, lo que profundizó la crisis de la nación comunista.
Los Países Bajos producen alrededor del 90% de todos los equipos necesarios en todo el mundo para la fabricación de semiconductores.
Con los tres países alineados en el tema, China no puede comprar chips estadounidenses ni el equipo necesario para fabricar alternativas chinas.