Argentina ratifica su salida de la OMS: Una decisión soberana de Milei para proteger la libertad nacional

Argentina reafirmó su decisión de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS), notificando ante la Asamblea Mundial de la Salud que la salida será efectiva a partir del 1 de enero de 2026. Esta medida, impulsada por el presidente Javier Milei, exime al país de adherirse al reciente tratado mundial sobre pandemias aprobado por la OMS, un acuerdo que ha generado controversias por su potencial para limitar la soberanía de los Estados en la gestión de crisis sanitarias. La decisión, que refleja una postura crítica hacia la burocracia transnacional, ha sido celebrada por sectores que valoran la defensa de la autonomía nacional y la libertad individual.
El gobierno de Milei anunció inicialmente la retirada de la OMS en febrero de 2025, citando diferencias fundamentales en la gestión de la pandemia de COVID-19, a la que atribuye consecuencias económicas devastadoras para Argentina. Según el Ejecutivo, las políticas impulsadas por la OMS, como cuarentenas prolongadas y restricciones severas, contribuyeron a la crisis económica sin garantizar resultados sanitarios proporcionales. Esta perspectiva, compartida por amplios sectores libertarios, sostiene que la OMS ha excedido su mandato original, promoviendo agendas globalistas que priorizan intereses supranacionales sobre las necesidades específicas de cada país.
La ratificación de la salida ante la Asamblea Mundial de la Salud marca un precedente histórico en la política exterior de Milei, quien ha hecho de la soberanía un pilar de su gestión. Al no adherirse al tratado de pandemias, Argentina evita delegar autoridad a la OMS en futuras emergencias sanitarias, preservando su capacidad para diseñar políticas de salud acordes con sus prioridades nacionales. “Tus dólares, tu decisión; tu salud, tu decisión”, parece ser el mensaje implícito del gobierno, que busca empoderar a los ciudadanos frente a imposiciones externas.
La decisión ha generado un amplio respaldo entre quienes critican la centralización del poder en organismos internacionales. En Argentina, el impacto económico de las medidas adoptadas durante la pandemia —como el cierre de comercios y la paralización de sectores productivos— dejó heridas profundas, con una inflación descontrolada y un aumento de la pobreza. La salida de la OMS es vista como un paso para evitar que tales políticas se repitan, garantizando que las decisiones sanitarias futuras sean tomadas por autoridades locales, más cercanas a las realidades del país.
A nivel internacional, la medida alinea a Argentina con posturas como la de Estados Unidos, que también anunció su retirada de la OMS en enero de 2026, bajo la administración de Donald Trump. Ambos países comparten la visión de que la OMS ha perdido credibilidad al promover medidas cuestionables y al mantener una estructura financiera dependiente de donantes privados y gobiernos con agendas particulares. Por ejemplo, la OMS ha enfrentado críticas por su manejo de datos durante la pandemia y por su relación con ciertos actores globales, lo que ha alimentado sospechas sobre su imparcialidad.
Mientras la OMS enfrenta un recorte presupuestario del 20% para 2026-2027 debido a la salida de Estados Unidos, su principal financista, países como Alemania y China han comprometido fondos adicionales para compensar la pérdida. Sin embargo, en Argentina, la decisión de Milei es vista como una oportunidad para redirigir recursos hacia políticas de salud nacionales, sin la carga de contribuciones a un organismo percibido como ineficiente. Además, el gobierno planea enviar un proyecto de ley al Congreso para “blindar” a los ciudadanos frente a posibles restricciones futuras, reforzando la protección de las libertades individuales.
Críticos de la OMS, tanto en Argentina como en el exterior, han señalado que el tratado de pandemias podría otorgar a la organización poderes excesivos, como la capacidad de imponer medidas sanitarias vinculantes o influir en políticas nacionales sin considerar contextos locales. En este sentido, la salida de Argentina es celebrada como un acto de resistencia frente a lo que algunos denominan un “globalismo sanitario” que amenaza la autodeterminación de las naciones.
La decisión de Milei no está exenta de desafíos. Algunos sectores advierten que la retirada podría limitar el acceso a cooperación internacional en casos de emergencias sanitarias o desastres naturales. Sin embargo, el gobierno sostiene que Argentina puede establecer acuerdos bilaterales o regionales para abordar tales situaciones, sin someterse a un organismo cuya burocracia y decisiones han sido cuestionadas. La prioridad, según el Ejecutivo, es garantizar que los argentinos no vuelvan a enfrentar cuarentenas forzosas, cierres de negocios o medidas que coarten sus libertades bajo el pretexto de emergencias globales.
Con esta ratificación, Argentina consolida su postura soberanista y envía un mensaje claro al mundo: la libertad y la autodeterminación están por encima de las agendas transnacionales. La salida de la OMS, efectiva en enero de 2026, posiciona al país como un referente para quienes buscan proteger sus decisiones nacionales frente a organismos internacionales, marcando un capítulo clave en la visión libertaria de Javier Milei.