Agenda 2030 en Argentina: el gobierno quiere promover la industria de insectos para consumo humano

El gobierno argentino ha causado revuelo en las redes sociales luego de convocar a un encuentro virtual para promover la ingesta de insectos en humanos. Este tipo de «alimento» fue aprobado recientemente por el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Agroalimentaria (Senasa).

El Gobierno Nacional, Senasa, la Secretaría de Industria y la Secretaría de Agricultura (dependientes del Ministerio de Economía del Superministro Sergio Massa), junto a la Cámara Argentina de Productores de Insectos para Consumo Humano y Animal (CAPICHA), convocaron al “primer encuentro nacional de la cadena de valor de insectos para consumo humano y animal”.

La dependencia del estado destacó la ingesta de insectos como “el futuro de la alimentación“.

La publicación cosechó cientos de comentarios negativos en un momento donde la popularidad del gobierno de Alberto Fernández se cae en picado y donde se vive una grave crisis política, institucional, social y económica.

Una usuaria comentó: «Quieren que los gobiernos cedan soberanía en la decisión de políticas públicas para que apliques la que la OMS, ONU y demás decidan. Si esto no es colonialismo del siglo 21… que me digan qué es!»

En línea con el encuentro que promueve SENASA y siguiendo esta línea de «búsqueda de sustentabilidad y combate del hambre», que propone la Agenda 2030 de Naciones Unidas, el equipo de investigación de los organismos de tecnología agropecuaria INTA y el INTI, recientemente desarrolló prototipos de alimentos utilizando entre un 10 y en 20% de grillo en polvo.

Los defensores de convertir los insectos en alimentos insisten en que estos podrían convertirse en una fuente importante de proteína animal, al tiempo que reducen la huella de carbono de la humanidad.

En este sentido, consideran que las granjas de insectos son mucho más ecológicas que la cría tradicional de animales, que supuestamente emite gases metano (por los eructos y ventosidades de las vacas y ovejas). Los insectos también están siendo promocionados como una alternativa más asequible a la carne.

Los detractores, en cambio, señalan que una vez que los insectos sean ampliamente aceptados como aditivos alimentarios, su consumo se normalizará en todos los ámbitos.

“El Orden Mundial Liberal ha decidido que la gente pequeña debe comer insectos para evitar que el clima fluctúe, de acuerdo con la ideología de la clase dominante”, escribió el columnista Dave Blount.

“Esto les permitirá revelar en un futuro cercano que ya hemos estado comiendo insectos, por lo que no hay razón para oponerse a que cierren las granjas e impongan una nueva dieta”, agregó.

Algunos también han mostrado preocupación por la salud, ya que también advierten que la práctica de comer insectos está relacionada con infecciones parasitarias.

Pero no solo los gobiernos y la élite corporativa le ha dado mercado a estas actividades, sino que han recibido mucha difusión positiva por parte de la prensa, que ve la novedad como muy «progresista» y «futurista».

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Agenda 2030

El 25 de septiembre de 2015, líderes de todo el mundo se reunieron en Nueva York para participar en la Cumbre de las Naciones Unidas (ONU) donde avalaron la Agenda para el Desarrollo Sostenible.

Un total de 193 estados miembros de la ONU se comprometieron a adoptar el documento llamado: “Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, que integra 17 objetivos que son presentados con romanticismo, pero que en realidad muchos analistas denuncian que se trata de una imposición ideológica que obliga a vivir de una cierta manera y que -para lograr esto- primero hay que subvertir los valores milenarios de occidente, por ejemplo la religión, la familia, el pensamiento libre, etc.

El nuevo «estilo de vida» que proponen -indirectamente- implica tener una familia pequeña o no tener hijos, ser veganos o vegetarianos (o comer insectos), asumir como un “derecho de salud reproductiva” al aborto, el adoctrinamiento en la ideología de género y pro LGBT, impulsar el supremacismo feminista, no usar auto (o compartirlo) sino bicicletas, no usar combustibles, aumento de salarios mínimos (aparejados con más impuestos), y promocionar el ambientalismo, por ejemplo fomentando el uso de ‘energías verdes’ en detrimento de las otras energías que consideran más contaminantes para el medio ambiente.

En este sentido, el gobierno argentino, así como muchos otros, han acogido esta agenda globalista.

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