Argentina alcanza el mayor superávit energético en casi dos décadas

El panorama económico de Argentina sigue sorprendiendo con cifras que marcan una transformación radical en distintos sectores. Tras dejar atrás el déficit fiscal y reducir el riesgo de hiperinflación, el país ahora celebra un hito histórico en su balanza comercial energética: el mayor superávit en 18 años.

Este cambio se debe, en gran medida, al aumento de la producción de petróleo y gas en Vaca Muerta, impulsado por la desregulación y la certidumbre generada por las políticas económicas de Javier Milei. El impacto de esta revolución energética no solo fortalece las reservas internacionales del país, sino que también reduce su dependencia del endeudamiento externo.

Un cambio sin precedentes

En el transcurso de un solo año, Argentina ha pasado de ser un importador neto de energía a lograr en 2024 un superávit de 5.700 millones de dólares en su balanza comercial energética. Este resultado es producto de una combinación de factores: la expansión de los oleoductos de shale oil, que permitieron incrementar las exportaciones de crudo, y la drástica reducción en la importación de gas.

La producción de petróleo alcanzó los 256 millones de barriles, la cifra más alta desde 2003, mientras que la extracción de gas natural volvió a niveles no vistos desde 2006. Con estas cifras, Argentina se encamina a consolidarse como un actor clave en el mercado mundial de hidrocarburos.

Una transformación estructural

Según el experto en energía Nicolás Gadano, de la consultora Empiria, Argentina está atravesando un «cambio estructural» que augura un crecimiento sostenido en sus exportaciones energéticas y una menor dependencia del exterior. Las proyecciones para 2025 indican que el superávit podría alcanzar los 7.000 millones de dólares, lo que representaría un flujo de divisas clave para robustecer las reservas del Banco Central y, eventualmente, eliminar el cepo cambiario.

Vaca Muerta, con sus vastas reservas estimadas en 16.000 millones de barriles de crudo recuperable, es el epicentro de esta revolución. De acuerdo con JP Morgan, este yacimiento ya aporta el 70% de la producción total de hidrocarburos del país, una participación que seguirá creciendo con nuevas inversiones y el desarrollo de infraestructura clave, como el oleoducto Vaca Muerta Sur y las plantas de licuefacción de gas natural.

El crecimiento económico toma impulso

El impacto de esta expansión energética se refleja directamente en la economía. En el tercer trimestre de 2024, el PIB de Argentina creció un 3,9%, con el sector energético como uno de los principales motores. La producción de petróleo promedió los 717.000 barriles diarios en 2024, con un pico de 765.600 barriles en diciembre. En Vaca Muerta, el crecimiento fue aún más notable: un 26,9% interanual, demostrando el enorme potencial del yacimiento.

Las proyecciones a largo plazo son aún más alentadoras. JP Morgan estima que el superávit energético podría alcanzar los 16.600 millones de dólares en 2030. A esto se sumarían otros 15.000 millones de dólares provenientes de exportaciones de Gas Natural Licuado (GNL), lo que podría posicionar a Argentina como un líder regional en el sector.

Reglas claras para el desarrollo

El régimen regulatorio también ha jugado un papel fundamental en este cambio de paradigma. La Ley Bases ha permitido alinear los precios internos con los internacionales, garantizando la libertad para exportar hidrocarburos y fomentando la competencia. Estas medidas han sido clave para atraer inversores y estimular la producción sin necesidad de intervención estatal excesiva.

Según el Ministerio de Energía, «Argentina está dejando atrás un sistema con desincentivos a la exportación y se está encaminando hacia un modelo de mayor apertura y prosperidad». La combinación de estabilidad jurídica, precios competitivos y condiciones favorables para los negocios ha permitido que el país aproveche al máximo su riqueza energética.

Argentina LNG: el próximo paso

En paralelo, la petrolera estatal YPF ha oficializado su participación en el proyecto de exportación de Gas Natural Licuado (GNL), en asociación con Pan American Energy, Pampa Energía, Harbour Energy y Golar LNG. La iniciativa prevé la instalación del buque de licuefacción «Hilli Episeyo» en Río Negro en 2027, con una capacidad de producción de 2,45 millones de toneladas anuales de GNL.

YPF estima que para 2031 Argentina podría exportar 30 millones de toneladas anuales de GNL, lo que representaría ingresos por 15.000 millones de dólares. Empresas de India, China, Japón y Alemania ya han mostrado interés en estos suministros, lo que refuerza la proyección del país como un proveedor estratégico de energía.

Un futuro energético prometedor

El rápido crecimiento de la producción energética argentina y su consolidación como exportador neto marcan un punto de inflexión en su historia económica. Con una estrategia de inversión sostenida, reglas claras y un entorno favorable para los negocios, Argentina tiene la oportunidad de convertirse en un actor relevante en el mercado global de hidrocarburos.

Si mantiene este rumbo, el país podría dejar atrás años de dependencia externa y consolidarse como un líder regional en energía, con beneficios directos en su estabilidad macroeconómica y su desarrollo industrial. Lo que antes era un obstáculo estructural hoy se ha convertido en una ventaja competitiva que podría definir el futuro del país en las próximas décadas.

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Redacción Mundo Libre
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