Análisis: ¿Trump ya «le marco la cancha» a Sheinbaum?
La reciente conversación telefónica entre el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y la presidente de México, Claudia Sheinbaum, ha generado diversas interpretaciones sobre la futura relación bilateral y las posibles estrategias que el líder republicano podría implementar hacia su par del sur.
El 7 de noviembre, Sheinbaum se apresuró a felicitar a Trump por su victoria electoral frente a la demócrata Kamala Harris (con quien sin dudas simpatizaba más). De hecho, fue una de las primeras mandatarias en llamarlo.
En su cuenta en X, la presidente izquierdista de 62 años expresó: «Tuvimos una llamada muy cordial con el presidente electo Donald Trump en la que hablamos de la buena relación que habrá entre México y Estados Unidos». El posteo fue acompañado de una imagen de ella donde se la ve sonriente.
Sin embargo, según trascendió, durante la conversación se vivieron algunos momentos «incómodos».
A los pocos segundos de iniciar la llamada, Trump ya mencionó el problema fronterizo, a lo que Sheinbaum respondió que «ya habrá espacio para poderlo platicar».
Pero además, el mandatario electo envió saludos al expresidente Andrés Manuel López Obrador, destacando la buena relación que mantuvieron durante sus respectivos mandatos.
La mención del tema fronterizo en esta primera interacción sugiere que la agenda migratoria, lejos de ser una mero slogan electoral, será prioritaria para la administración entrante de Trump.
Históricamente, el líder del movimiento MAGA ha adoptado una postura firme respecto a la inmigración ilegal, y su reciente victoria electoral -fiel a su promesa de campaña- podría revitalizar políticas más estrictas en este ámbito. La referencia a la frontera en la conversación inicial con Sheinbaum podría interpretarse como una señal de que estas políticas estarán nuevamente en el centro de su agenda.
De hecho, la posición de Trump quedó muy clara con el nombramiento de Tom Homan, como su futuro “zar de la frontera”.
Homan ya trabajó en la primera administración del republicano como director interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
“Llevo cuatro años en esta cadena quejándome de lo que esta administración [Biden] le hizo a esta frontera”, dijo días atrás Homan en Fox & Friends. “He estado gritando y vociferando sobre ello y diciéndoles lo que deben hacer para solucionarlo. Así que cuando el presidente me preguntó: ‘¿Volverías para arreglarlo?’. Por supuesto. Sería un hipócrita si no lo hiciera. Me siento honrado de que el presidente me haya pedido que regrese y ayude a resolver esta crisis de seguridad nacional, así que lo espero con ansias”, añadió.
Asimismo, el envío de saludos a López Obrador por parte de Trump también es significativo. El líder de MORENA, quien gobernó México de 2018 a 2024, mantuvo una relación cordial con Trump, a pesar de las diferencias políticas. Al destacar esta relación, el republicano de 78 años podría estar insinuando una preferencia por tratar con figuras políticas con las que ya tiene una historia de cooperación, lo que podría interpretarse como una forma de minimizar la autoridad de Sheinbaum en las futuras negociaciones bilaterales.
Esta hipótesis se fortalece teniendo en cuenta que AMLO es el mentor de Sheinbaum y que, de hecho, en el país azteca se rumorea que el expresidente de 71 años es quien sigue manejando los resortes del poder.
En este marco, resulta crucial considerar cómo Sheinbaum manejará esta dinámica. Como nueva presidente de México, enfrenta el desafío de establecer su liderazgo progresista frente a las amenazas del presidente electo estadounidense de cerrar la frontera, imponer aranceles e incluso enviar fuerzas estadounidenses para combatir a los cárteles de la droga mexicanos si el país no hace más para frenar el flujo de migrantes y drogas.
Todo ello sin mencionar lo que las deportaciones masivas de migrantes que están en Estados Unidos ilegalmente podrían hacer con las remesas —el dinero que envían a casa los migrantes— que se han convertido en una de las principales fuentes de ingresos de México.
Un elemento más de tensión es el acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, o T-MEC, que está próximo a ser revisado.
La reciente controvertida reforma judicial impulsada por MORENA, que violaría los requisitos del T-MEC, podrían ser aprovechados por Trump para negociar los intereses de la agenda MAGA (por ejemplo, en el ámbito de la industria automotriz).
Ciertamente, la historia reciente muestra que las relaciones entre México y Estados Unidos pueden ser complejas y, a menudo, tensas, especialmente en temas como la migración y el comercio.
En 2019, López Obrador, un líder izquierdista carismático, pareció haber entendido a Trump, y ambos terminaron teniendo inclusive una relación «amistosa». El entonces mandatario mexicano se forjó en la «rosca» política azteca y sin dudas eso le ayudó a maniobrar ante las exigencias del dirigente conservador.
Muy distinta es la historia de Sheinbaum, quien proviene de una familia de activistas de izquierda y su experiencia política se ha dado a través de los movimientos estudiantiles universitarios radicales.
De hecho, en la renegociación del T-MEC, Sheinbaum ha sugerido que México no cederá incluso si se ve acorralado: “Obviamente vamos a abordar cualquier problema que surja con diálogo, como un proceso colaborativo, y si no, vamos a dar la cara, estamos preparados para hacerlo con gran unidad”.
Sin embargo, la experiencia reciente con AMLO demuestra que cuando el Palacio Nacional se quiso plantar inflexiblemente ante la Casa Blanca trumpista no funcionó particularmente bien. En 2018, Marcelo Ebrard era el principal diplomático de México y tuvo que ceder a las demandas estadounidenses de mantener a los solicitantes de asilo en México y aceptar a los migrantes de regreso incluso si no eran mexicanos. Ebrard pidió que al menos el acuerdo no se hiciera público para evitar avergonzar a López Obrador. Esto fue relatado por el entonces secretario de Estado, Mike Pompeo.
Hoy, Ebrard es el secretario de Economía de México y encabezaría la delegación mexicana en la revisión programada del T-MEC para 2026, algo que sin dudas Trump celebra (“Nunca he visto a nadie rendirse así”, dijo una vez Trump sobre Ebrard).
Es por todo ello que la administración de Sheinbaum deberá navegar cuidadosamente estas aguas, equilibrando la necesidad de mantener una relación constructiva con Estados Unidos mientras protege tanto los intereses de México como su retórica progresista. ¿Lo logrará?
Por Miguel Díaz
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