Agentes extranjeros y estrategias de desestabilización: qué hay detrás de las protestas contra Milei

En las últimas semanas, sectores del kirchnerismo y la extrema izquierda han organizado dos manifestaciones en el centro porteño, argumentando la defensa de los jubilados.
No obstante, estas protestas estarían vinculadas a un plan de desestabilización contra el gobierno de Javier Milei, con la posible intervención de los servicios de inteligencia de Cuba y Bolivia.
Según el exvicepresidente Carlos Ruckauf, en declaraciones recogidas por La Derecha Diario, agentes cubanos y bolivianos estarían operando encubiertamente en el país, colaborando con sectores kirchneristas y de izquierda radical para desestabilizar la administración libertaria que asumió el poder en diciembre de 2023.
Ruckauf, quien también fue gobernador de la provincia de Buenos Aires y una figura destacada en la política argentina, afirmó en una entrevista con La Nación que existen informes de inteligencia que respaldan su señalamiento. «Hay una información de inteligencia sobre la presencia de ciudadanos cubanos y bolivianos trabajando cerca de estas organizaciones y manifestantes», explicó.
Según su relato, estos agentes se habrían infiltrado en movilizaciones recientes, como la ocurrida el 20 de marzo de 2025 en el centro porteño, convocada por sectores kirchneristas y de extrema izquierda, que derivó en disturbios violentos y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. El exvicepresidente vincula estas acciones a una estrategia deliberada para socavar al gobierno de Milei, cuya agenda anticomunista y de libre mercado ha generado resistencias tanto internas como externas.
Esta hipótesis se alinea con análisis de funcionarios del gobierno libertario, que exponen un supuesto «manual del golpe blando» aplicado contra Milei. Según el profesor Alejandro Álvarez, subsecretario de Políticas Universitarias del gobierno de Javier Milei, las tácticas de desestabilización incluirían etapas progresivas: desde la radicalización del discurso opositor, con acusaciones de autoritarismo y ataques a la prensa, hasta la promoción de protestas violentas que busquen generar víctimas para construir un relato de represión estatal.
El objetivo final, aseguran, sería debilitar la legitimidad del gobierno y forzar su caída, ya sea mediante la renuncia del presidente o una escalada hacia un conflicto prolongado. Estas estrategias, inspiradas en teorías como las de Gene Sharp, habrían sido empleadas en otros países para erosionar gobiernos democráticos, adaptándose ahora al contexto argentino.
El trasfondo de las acusaciones de Ruckauf señala al kirchnerismo como un posible articulador local de esta operación, en alianza con regímenes como los de Cuba y Bolivia, históricamente cercanos a sectores de la izquierda regional. La protesta del 20 de marzo, que dejó un saldo de 29 personas identificadas y denunciadas por el gobierno tras enfrentamientos con la policía, sería un ejemplo de esta dinámica. Según La Derecha Diario, los disturbios no serían espontáneos, sino parte de un plan coordinado que involucra a «terroristas de izquierda» y agentes extranjeros disfrazados de manifestantes, con el fin de generar caos y desprestigiar a Milei ante la opinión pública.
El gobierno de Milei, por su parte, ha mantenido una postura firme frente a estas movilizaciones. Desde su asunción, el presidente ha implementado políticas de ajuste fiscal y reducción del Estado que han tensionado su relación con sindicatos, movimientos sociales y partidos opositores. En este marco, las denuncias de injerencia extranjera refuerzan la narrativa oficial de que las protestas no responden únicamente a descontento interno, sino a intereses externos que buscan frenar su proyecto político. Sin embargo, hasta el momento, no se han presentado pruebas públicas contundentes que sustenten las afirmaciones de Ruckauf, lo que ha llevado a algunos sectores a cuestionar si estas declaraciones buscan justificar una mayor represión o desviar la atención de los desafíos económicos y sociales que enfrenta el país.
Las acusaciones de Ruckauf no son un hecho aislado en la historia reciente de Argentina. Durante gobiernos anteriores, se han denunciado episodios de injerencia extranjera, como el supuesto envío de armamento por parte del gobierno de Mauricio Macri a Bolivia en 2019, un caso que aún no ha sido plenamente esclarecido. En este sentido, las palabras del exvicepresidente reavivan un temor latente sobre la vulnerabilidad del país frente a operaciones externas, al tiempo que polarizan aún más el clima político.