Acepta la frustración para transformarte

La frustración es una emoción poderosa que, si se lo permites, puede provocar arrebatos lamentables o un resentimiento intenso; pero no tiene por qué ser así. Comprender este sentimiento y aprender a verlo con una nueva perspectiva puede convertir la frustración en combustible para la innovación y el crecimiento interior.

¿Qué es la frustración?

La frustración es un sentimiento complejo que surge en relación con otras emociones, como la ira, el enfado, la ansiedad, el aburrimiento, la decepción o el estrés. Ocurre cuando las cosas no salen como esperábamos o no alcanzamos nuestras metas. Podemos sentir que el esfuerzo que dedicamos debería haber dado mejores resultados; que los demás no se comportan como creemos que deberían; o que no tenemos el control deseado sobre una situación. 

En otras palabras, nos frustramos porque queremos que las cosas sean como creemos que deberían ser, pero muchas veces no lo son. La solución obvia es simple: desear menos. Deja de proyectar tus «deberes» en todo. Confórmate con lo que es. 

Por supuesto, abandonar diversas nociones y deseos es un largo proceso de crecimiento espiritual, ¡y también puede ser frustrante! Con demasiada frecuencia cedemos a reacciones impulsivas que generan problemas a largo plazo. ¿Tiendes a…?

  • ¿Culpar a otros, expresando enojo o agresión?
  • ¿Postergar para evitar situaciones que no sabes cómo afrontar?
  • ¿Recurrir al abuso de sustancias o a una conducta destructiva cuando nada parece ir bien?
  • ¿Retirarse socialmente para desvincularse de aquellos asociados con su frustración? 

Estas reacciones aparentemente «naturales» pueden causarnos muchos problemas: relaciones dañadas, sentimientos de desesperanza y depresión, pérdida de autoestima o problemas de salud física y mental. Afortunadamente, existen muchas maneras positivas de manejar la frustración, e incluso podemos convertirla en una herramienta para el crecimiento personal. 

Avanzando desde la frustración

Por incómodas que sean, las frustraciones son inevitables en la vida. Son como pequeñas (o no tan pequeñas) pruebas de carácter que nos permiten demostrar dónde nos encontramos en la escala espiritual. Si quieres ascender, necesitas descubrir cómo superar estas pruebas. Puedes empezar por reconocer tu frustración. 

Reflejar 

Tómate un momento para pensar en las cosas que te frustran. ¿Es cuando no recibes el respeto que mereces; cuando la incompetencia de otros obstaculiza tu progreso; cuando te sientes incapaz de alcanzar una meta; o cuando a menudo te atascas en una tarea que no te gusta? Desde la simple molestia hasta la exasperación total, cada frustración afecta a un apego o una creencia que sientes amenazada. 

Tu reacción marca la diferencia. ¿Dejas que te arruine el día o lo tomas con calma? Cambiar tu mentalidad puede ayudarte a tomar la decisión correcta.

Reencuadrar

(Imagen: Khaled Reese vía pexels)

Al analizar la fuente de tu frustración, podrías notar que te estás centrando en lo negativo. Busca lo positivo en cada situación y rebosa optimismo. Por ejemplo:

  • Te faltan los recursos para lograr algo. Ya sea conocimiento, mano de obra, dinero o tiempo, la percepción de limitación reside en ti. Haz un balance de lo que sí tienes: el poder de buscar conocimiento, buscar ayuda y aprovechar el presente.
  • Crees que otros impiden tu progreso. Observa las fortalezas de los demás y comprende sus debilidades. Si alguien parece estar descuidando su trabajo, podría ser que le falten las herramientas adecuadas, la información suficiente o la inspiración. Ayúdalo y, de repente, podría ser más útil. 
  • Estás aburrido.  ¡Algunos dicen que el aburrimiento es la base de la creatividad! Acércate a las cosas con curiosidad y descubrirás algo que quieras aprender. Si a menudo te atascas esperando, aprovecha el tiempo de forma constructiva: lee un libro, llama a tu mamá, escucha algo inspirador o hermoso. 

Reevaluar

¿Te ves como víctima de las circunstancias? Descarta esa idea. Profundiza en tu reflexión para considerar cómo pudiste haber contribuido a la situación. Así podrás asumir la responsabilidad de mejorarla. Por ejemplo:

  • Si te sientes abrumado , es posible que hayas abarcado más de lo que puedes. Tómate un momento para analizar todo lo que tienes en el plato. ¿Qué es esencial y qué podrías compartir? Al delegar algunas tareas a otros, puedes permitirles prosperar mientras alivias tu propia carga. 
  • Te sientes irrespetado. ¿Esperas respeto como algo natural? En muchos casos, el respeto se gana. Intenta ser más cortés y considerado con los demás y observa cómo se desarrolla la deferencia a tu alrededor.
  • Estás insatisfecho. ¿Vas en una dirección que no se alinea con tus valores? Ármate de valor para iniciar un cambio. Si el trabajo no te motiva, busca algo más desafiante. Si una relación no es saludable, ¿es hora de seguir adelante?

Con la práctica, descubrirás que la mayoría de las frustraciones son simplemente el síntoma de un problema pendiente de solución. Así como la necesidad es la madre de la invención, la frustración inspira la resolución innovadora de problemas. Según el neurocientífico Andrew Huberman, la frustración es en realidad una señal de que el cerebro se está reconfigurando mediante la neuroplasticidad positiva. Esto es lo que fortalece nuestra resiliencia y adaptabilidad. 

Entonces, si todos esos obstáculos frustrantes en realidad promueven un crecimiento positivo, ¿no sería mejor aceptar la frustración? Puede parecer una locura, pero hacerlo te ayudará a ascender en la escalera espiritual, ya que requiere cultivar algunas virtudes muy importantes.

Aceptar la frustración

¿Qué clase de persona puede aceptar la frustración? Algunos dirían que haría falta un santo. De hecho, requiere un alto grado de perdón, gratitud y tolerancia, pero todo esto es algo que podemos cultivar. 

Perdón

El perdón es la decisión consciente de dejar ir la ira y el resentimiento, de abandonar los prejuicios que surgieron de experiencias negativas del pasado y de limpiar el corazón de amargura y autocompasión. 

Errar es humano; perdonar, divino.
Alexander Pope, poeta inglés

Algunas de las situaciones más frustrantes ocurren cuando nos sentimos maltratados. La ira, la tristeza, la vergüenza y la ansiedad nos afligen el corazón. Si nos aferramos a ellas, se transforman en resentimiento y desconfianza; el pasado secuestra nuestro presente. El perdón es la clave para liberarse del dolor del pasado. 

Cultivar el perdón en circunstancias frustrantes es difícil, sin duda. Primero, necesitas calmar tu mente. Respira hondo y evalúa la situación racionalmente. Date cuenta de que la vida no siempre es como te gustaría y acéptalo. Date cuenta de que las personas son imperfectas y cometen todo tipo de errores, y acéptalo. Date cuenta de que darle vueltas solo te hace daño y déjalo ir. Perdona.

A veces, la primera persona a la que debemos perdonar es a nosotros mismos. Como nuestros peores críticos, tendemos a castigarnos por nuestros errores y defectos. ¿De qué sirve aferrarnos a estas cosas? A una persona agobiada por el arrepentimiento le resultará difícil lidiar con la frustración. Deja esa carga y sigue adelante.

Gratitud

A menudo se pasa por alto la gratitud. Damos por sentado muchas cosas: el aire que respiramos, nuestra seguridad, libertad y comodidad; la capacidad de ver, oír y saborear; todo es un regalo. Deja ir la idea de que tienes derecho a algo, y de repente todo se vuelve precioso. 

Así es, incluso la frustración de perder tu teléfono debería generar gratitud: gratitud por tu teléfono, gratitud por lo que el tiempo sin él puede enseñarte y gratitud por la oportunidad de practicar la neuroplasticidad.

Cultiva la gratitud enfocándote en lo bueno en lugar de en lo malo. Busca el lado positivo y acostúmbrate a decir «gracias». La abundancia y la gracia que te rodean se harán más evidentes, y esta claridad hará que la frustración sea más manejable. 

Tolerancia

La tolerancia se manifiesta de muchas maneras. Con las personas, es el arte de la aceptación y la empatía: ser capaz de ignorar las faltas y comprender profundamente las perspectivas de los demás. Con el malestar físico, implica soportar sin quejarse y no rehuir las dificultades. En los conflictos, es aceptar las diferencias de opinión. 

Cultiva la tolerancia siendo paciente y perdonando a los demás. Permítete sentirte decepcionado sin culpar a nadie. Soporta el dolor y las dificultades con buena voluntad, sabiendo que todo forma parte del plan divino del Creador. Cuando logres esto, podrás afrontar la frustración con paz en tu corazón y usarla como herramienta para la transformación.

Por Ila Bonczek

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Redacción Mundo Libre
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