8M: Día de la Mujer, no del feminismo

Hace años el Día de la Mujer era motivo de festejo y felicidad. Todo fue cambiando desde la promoción masiva de la ideología ultrafeminista, ahora todo se ha desvirtuado. Los extremismos son malos, todos estamos de acuerdo. Según las mismas mujeres, hoy ya no es un día feliz, en ningún sentido, incluso se ventila la idea de que está mal decirle «feliz día» a una mujer, puesto que «no hay nada que celebrar».

¿En qué momento saludar a la mujer por ser mujer, pasó de ser un día feliz a un día triste? La respuesta es simple, desde que el supremacismo feminista empezó a destruirlo todo.

Replicaré un extracto de mi libro «Trump contra el Globalismo» del 2021, donde expongo la infiltración del feminismo por ideas extremistas y supremacistas:

«Feminismo heterofóbico o lesbofeminismo: se infiltra dentro del feminismo común y agita a las mujeres contra hombres promoviendo la masculinización de la mujer y la feminización del hombre. La superposición, e inversión de roles de géneros naturales, dificulta la posibilidad de crear hogares y familias funcionales, por lo tanto tiene un efecto antinatalista.

Dicho movimiento de izquierda radical, para auto-venderse mejor se infiltró bajo la bandera de un legítimo feminismo moderado, que solo busca igualdad de derechos e igualdad ante la ley. Casi nadie distingue a nivel teórico la diferencia entre ambos, ni denuncia la infiltración del feminismo por sectores extremistas del establishment.

El lesbofeminismo Queer y abortista bebe de fuentes neo-marxistas, existencialistas, postestructuralistas y Queer. Además de sus proto-ideólogos Marx, Engels, la escuela de Frankfurt, Sartre, Ágnes Heller, Jacques Derrida y Michel Foucault; sus exponentes principales son: Simone de Beauvoir (El segundo sexo, 1949); Betty Friedan (La mística femenina, 1963); Valerie Solanas (Manifiesto SCUM, 1967); Shulamith Firestone (La dialéctica del sexo, 1970); Gloria Steinem (Ms. Magazine, 1972); Andrea Dworkin (La relación sexual, 1987); Judith Butler (El Género en disputa, 1990); Beatriz Preciado (El manifiesto contra-sexual, 2000); Julie Bindel (Expectativas rectas, 2014). En general, esas ideólogas alientan a las mujeres a “lesbianizarse” o “pansexualizarse” como acto de “rebeldía” y “liberación” contra “el macho opresor” o la cultura “hétero”, o “patriarcal”.

La misma Julie Bindel en el 2015 en una entrevista pública a Red fem, abogó por confinar a los hombres en campamentos cerrados, y con abolir la heterosexualidad ya que según su ideología, ésta favorece la opresión de los hombres contra las mujeres. La androfobia que promueven es altamente peligrosa. En general consideran al hijo por nacer como un parásito que debe ser eliminado, para no estropear la “realización” individual (lo mismo que opinaba la liberal Ayn Rand). Toda relación sexual con el sexo opuesto es generalmente descripta como una violación. El lesbofeminismo en su ideología falaz, describe al hombre como perverso por naturaleza y proponen que al mismo habría que abolirlo a través de la cultura y/o físicamente. Todas las “soluciones finales” propuestas por estas extremistas arrojan como resultado no solo el ataque a la cultura occidental, sino principalmente impulsan una guerra de sexos con un efecto antinatalista en el menor caso, y/o genocida en su extremo (ver manifiesto SCUM).

Una estética ciertamente repugnante y anticonceptiva acompaña el movimiento. La globalista Shulamith Firestone afirmaba “las feministas tienen que cuestionar, no solo toda la cultura occidental, sino también la organización de la cultura en sí misma, e incluso la propia organización de la naturaleza”. (Firestone, 1970)

Veamos esta otra perlita del feminismo neomarxista que hoy impera sobre Occidente: «Del mismo modo que para asegurar la eliminación de las clases económicas se necesita una revuelta de la clase inferior (el proletariado) y -mediante una dictadura temporal- la confiscación de los medios de producción, de igual modo, para asegurar la eliminación de las clases sexuales se necesita una revuelta de la clase inferior (mujeres) y la confiscación del control de la reproducción; es indispensable no solo la plena restitución a las mujeres de la propiedad sobre sus cuerpos, sino también la confiscación (temporal) por parte de ellas del control de la fertilidad humana -la biología de la nueva población, así como todas las instituciones sociales destinadas al alumbramiento y educación de los hijos. Y, al igual que el objetivo final de la revolución socialista no se limitaba a la eliminación de los privilegios de los estamentos económicos, sino que alcanzaba a la eliminación de la distinción misma de clases, el objetivo final de la revolución feminista no debe limitarse -a diferencia de los primeros movimientos feministas – a la eliminación de los privilegios masculinos, sino que debe alcanzar a la distinción misma de sexo; las diferencias genitales entre los seres humanos deberían pasar a ser culturalmente neutras. Una vuelta a una pansexualidad sin trabas…,…reemplazaría probablemente a la hétero/homo/bisexualidad. La reproducción de la especie a través de uno de los sexos en beneficio de ambos, seria sustituida por la reproducción artificial…,…Se destruiría así la tiranía de la familia biológica.” (Firestone, 1970, p.20-21) [240]

El Big Media globalista está difundiendo masivamente muchos de los puntos de vista generales de estas autoras, tendientes primero a subrevictimizar un solo sexo, para luego poder estigmatizar dialécticamente al opuesto.

La nueva palabra de la neolengua izquierdista: “femicidio”, o el nuevo término “violencia de género”, constituyen los pre-conceptos necesarios para lograr la manipulación a través de la empatía sobre las víctimas. Las recaratulizaciones de crímenes domésticos o violencia intrafamiliar a la categoría sesgada “femicidios”, han “creado” las víctimas a la fuerza. Como cuando rotulan por Covid19, muertes de pacientes terminales con el único fin de inflar las estadísticas que luego el Big Media utiliza para causar terror, favoreciendo así determinadas agendas. Salvo algún desequilibrado asesino serial (algo excepcional), el común de los hombres no sale a las calles a querer «exterminar mujeres» por ser mujeres, no existen conspiraciones de machistas poderosos planificando la eliminación masiva del género femenino.

El intento en muchos países de querer borrar todo lo que caracteriza a un niño y a una niña, a un hombre y una mujer, a un adulto y a un niño, viene del feminismo radical de Firestone. Y no crean que la guerra desatada contra la naturaleza termina aquí. Esta ideóloga feminista al igual que Simone de Beauvoir, proponía también la normalización del sexo con niños, a través de la “abolición del concepto infancia”, y la reivindicación de los “derechos sexuales de los niños”. Todavía no han llegado del todo a ese punto, pero estos peligrosos movimientos ya están introduciendo su ideología de género en los colegios primarios y de jardín Estatales, intentando confundir y sexualizar a los pequeños, con la excusa de crear tolerancia al LGBT y destruir la “masculinidad tóxica”.

Hay países -increíblemente del primer mundo- que están aceptando cambiar su lenguaje, eliminado palabras como él/ella; padre/madre, niño/niña sustituyendo por neutros como decía Shulamith Firestone, y castigando con el poder coercitivo del Estado a todo aquel que no acepte este adoctrinamiento. Si estas ideologías llenas de odio y resentimiento, que parecen sacadas de un manicomio de mujeres traumatizadas y oprimidas del Medio Oriente, se hubieran quedado circulando entre sus correligionarias (ONG o partidos de izquierda radical), no hubieran hecho tanto daño a Occidente. Porque son naturalmente escasas las personas atraídas por estas ideas extremistas y antisociales. Pero el Big Media está amplificando artificialmente el mensaje de esas agrupaciones radicalizadas, poniendo de moda líbelos de odio de hace 50 o 70 años. El resultado: Best seller femi-bolcheviques en las ferias de libro, y millones de mujeres que terminan paranoicas, adoctrinadas, resentidas y creyendo ver en todo hombre un posible violador o un genocida de mujeres.

Operaciones de manipulación, relaciones públicas, división y guerra de sexos a escala global, millones de parejas y familias destruidas, proliferación de lesbianas, deshumanización del hijo no nacido, y legalización universal de abortos (genocidio). Sin contar con la progresiva institucionalización de esa ideología, aplicada por gobiernos títeres liber-progres.

A los globalistas no les interesa, ni el bienestar, ni los derechos de las mujeres, sino lo que pueden obtener con la instrumentalización política de esta causa ideológica. Les permite cuestionar la masculinidad y los roles naturales que los sexos practicaron en toda la historia, en todas las culturas. Mientras más lesbofeministas haya, mayor su efecto antinatalista». (Belok, 2021)

Afortunadamente hoy son cada vez más las mujeres que observan el fenómeno del extremismo ideológico y lo condenan. Curiosamente, las mujeres que rechazan el feminismo supremacista imperante, son discriminadas por mujeres que lo promueven.

La nueva derecha viene a poner un Stop, a este atropello de la izquierda radicalizada que solo busca manipular a la mujer para obtener réditos políticos y jugosas partidas presupuestarias. ¿Usted sabe que en Argentina, el recientemente abolido Ministerio de la Mujer se llevaba 4 veces más dinero que el destinado al sistema sanitario?.

Nosotros celebramos a la mujer natural, biológica, la que se complementa al hombre y con amor da vida nueva, una característica que la hace absolutamente única y especial. Repudiamos la ingeniería social y la manipulación política de la mujer que conduce a la guerra de sexos y el odio contra el hombre.

Reenvíe este artículo a las 3 mujeres que más ame en su vida. Viralicemos el amor, rechacemos el odio y el extremismo.

Por Theo Belok, autor de «Trump contra el globalismo».

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Theo Belok

Publicista, escritor, investigador, trumpista y teórico del Soberanismo.

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